13 septiembre 2011

LA BENDICIÓN


La Palabra de Dios habla mucho sobre el tema de la bendición. Dios bendice a Su pueblo, personas bendicen a Dios, padres bendicen a sus hijos, Dios bendice eventos, y unos individuos bendicen a otros. Obviamente, Dios el Creador sabía lo que profesionales de la salud nos dicen hoy día: una de las necesidades más básicas del ser humano es la necesidad de ser afirmado o bendecido.

En este Estudio de Israel, me gustaría explorar el concepto de la bendición. Quiero comenzar con lo que posiblemente sea la bendición bíblica más conocida, la bendición sacerdotal de Aarón. "El SEÑOR te bendiga y te guarde; el SEÑOR haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el SEÑOR alce sobre ti su rostro, y te dé paz" (Num. 6:24-26). A medida que usted lea este estudio, sienta la confianza de que Dios le desea bendecir, y siéntase confiando en bendecir a Dios y a quienes Él ponga en su vida.

El Poder de las Palabras

Las palabras tienen gran impacto sobre nuestras vidas. Recuerdo que de niña, yo escuchaba la frase: "Palos y piedras mis huesos romperán, pero las palabras nunca me tocarán." Ahora de adulta, me doy cuenta de la falsedad de esa frase. Los huesos pueden sanarse mucho más fácilmente que las heridas emocionales. Las heridas causadas por palabras cortantes pueden lastimar a un individuo por el resto de su vida. De igual forma, alguien que nos hable palabras de ánimo, o que hable bien de nosotros, puede transformar nuestras vidas muy positivamente.
Mientras crecía, yo era la pequeña ayudante de papá.

Éramos una familia evangelística, y la pasábamos viajando desde un extremo de Norte América hasta el otro. Siempre había mucho que hacer: abrir o cerrar nuestra caseta de remolque, cambiar llantas, enviar cartas informativas por correo, organizar el equipo audiovisual para las presentaciones, manejar la mesa de venta de libros, y asistir en tareas de oficina. Frecuentemente, mi papá me decía: "Becky, eres una trabajadora muy buena." Hasta el día de hoy, sé que soy una trabajadora buena. Esas palabras me han animado hasta el día de hoy. Por otro lado, conozco personas cuyos padres les decían repetidamente que eran feos, inservibles y fracasados. Ellos llegaron a creer esas cosas de sí mismos y, ahora de adultos, luchan para contrarrestar esa auto-imagen negativa.

Nuestras lenguas tienen la habilidad de bendecir o maldecir a quienes nos rodean, especialmente a quienes más amamos. Las Escrituras dicen mucho acerca de eso: "Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas...Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios; de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así" (Sant. 3:5, 9-10). "Muerte y vida están en poder de la lengua..." (Prov. 18:21a). "Hay quienes hablan como dando estocadas de espada; mas la lengua de los sabios es medicina" (Prov. 12:18, Reina-Valera).

Dios nos ha llamado para usar nuestra lengua para bendecir a otros. "...no devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición" (1 Ped. 3:9).

Las Bendiciones de Dios

Desde el principio, Dios demostró que siempre tenía el deseo de bendecirnos. En la narrativa de la creación, vemos los primeros ejemplos de la bendición de Dios. "Y Dios los bendijo, diciendo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra...Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y sobre todo ser viviente que se mueve sobre la tierra" (Gén. 1:22, 27-28).

Fíjese que vemos aquí un elemento de multiplicación cuando Dios bendice. También vemos la multiplicación cuando Yeshúa (Jesús) bendijo los panes y los peces. La Escritura dice que "...tomó los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo los alimentos, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la multitud" (Mat. 14:19b).

Cuando los hijos de Israel se preparaban para entrar a la Tierra Prometida, Dios les ofreció la oportunidad de decidir qué calidad de vida querían. Moisés les dijo que escogieran entre la obediencia, que resultaría en su bendición, o la desobediencia, que resultaría en su maldición. Encontramos una lista de esas bendiciones en Deuteronomio: "Bendito serás en la ciudad, y bendito serás en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el producto de tu suelo, el fruto de tu ganado, el aumento de tus vacas y las crías de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa. Bendito serás cuando entres, y bendito serás cuando salgas" (Deut. 28:3-6). Dios es un Dios de bendición, y desea bendecir nuestras vidas con todo tipo de bien, y nos creó según Su imagen para bendecirle a Él y a los que nos rodean.

Bendiciones Patriarcales

Unos años atrás, mi esposo Tom fue a América para estar con su padre, quien se encontraba muy enfermo. Tom sabía que podría ser la última vez que lo viese vivo. Papa Brimmer se desgastaba rápidamente. Dormía casi todo el tiempo, y casi no se podía comunicar. Tom había estado leyendo acerca de la bendición patriarcal en la Biblia, y tenía el profundo deseo de que su padre lo bendijera. Tan pronto despertó su papá, Tom le pidió la bendición. Le dijo: Papá, es posible que necesites un tiempo para pensarlo, pero realmente deseo que me bendigas.” Tom se sorprendió cuando respondió de inmediato: “No necesito pensarlo. Estoy listo para hacerlo ahora.” Luego, Tom anotó cada palabra de la bendición de su padre. Papá Brimmer nunca recuperó de su condición, y ya lleva varios años de estar con el Señor. Sin embargo, sus palabras de bendición todavía animan y fortalecen a Tom.

Poco tiempo después, mi hermana Sandy y yo fuimos a ver a nuestros padres, y les dijimos: “El papá de Tom le dio la bendición, y nosotras queremos que ustedes también nos den su bendición. Ellos escribieron su bendición especial, y valoramos esos manuscritos como a un tesoro. Yo guardo la mía sobre mi escritorio, donde la puedo leer a menudo. Mi papá recién falleció este verano, y esa bendición es aún más preciosa ahora.

Padres, abuelos, tíos y tías, ustedes tienen el asombroso privilegio de impartir bendición a la vida de sus familiares. Le animo a que escoja bendecirles en lugar de maldecirles. Estará haciendo una inversión incalculable en cuanto a la salud y bienestar de su familia por toda la eternidad.

Bendiciones en la Vida Judía

La palabra hebrea para “bendición” es b’rajá ,  que significa bendecir, adorar, postrar en adoración. Esa palabra y sus derivados aparecen 415 veces en la Biblia. En hebreo, bendecir también implica ser investido de poder para alcanzar el éxito, la prosperidad, la fecundidad y una larga vida. Rolf Garborg, en su libro titulado ‘The Family Blessing’ (La Bendición Familiar), ofrece la siguiente definición: “La acción intencional de impartir el favor y el poder de Dios a una vida a menudo es acompañado por el gesto de la imposición de manos sobra la persona. Ese es el tipo de bendición usado por Isaac con su hijo Jacob, y a su vez por Jacob con sus hijos. Es el tipo de bendición que usó Jesús con Sus discípulos (Lucas 24:50) y con los niños.”

En el judaísmo, hay una bendición para todo. Las primeras palabras siempre son las mismas: “Baruj atá Adonai Eloheinu Melej ha olam," que literalmente significa “Bendito seas Tú, Señor y Dios nuestro, Rey del universo.” El ciclo de vida es marcado por eventos especiales que traen bendición. El año contiene ciertas fiestas bíblicas, cada una con su propia bendición. La semana es coronada con la bendición del shabat (sábado), y el día se divide en tres servicios de oración en que el judío ortodoxo bendice a Dios. Entre medio de esos tres servicios, bendice a Dios por casi cualquier persona o cosa que le acontezca. Eso incluye bendecir a Dios por los placeres recibidos de la comida, la bebida, el olfato y otros sentidos, al escuchar alguna buena noticia, al presenciar una tormenta eléctrica, al ver las maravillas de la naturaleza, al comprar una casa o ropa, etc. También hay bendiciones para demostrar que ciertas prácticas religiosas son por ordenanza divina, y para expresar la idea de que todos los eventos privados en la vida, sean trágicos o alegres, provienen de Dios (Birnbaum).

Los padres judíos (y a veces las madres) ponen sus manos sobre los hijos durante la cena de shabat para bendecirlos. Declaran sobre el varón: "Dios te haga como a Efraín y Manasés" (Génesis 48:20), y sobre la niña: "Dios te haga como a Sara, Rebeca, Raquel y Lea" (Rut 4:11). Terminan con la bendición sacerdotal. También hacen esa bendición durante el momento de la boda de su hijo o hija, y cuando están cerca de la muerte. Cuando aún viven los abuelos, es tradicional recibir sus bendiciones también, especialmente en Yom Kipur, o Día de Arrepentimiento, y antes de la ceremonia nupcial (Enciclopedia Judaica).

Cada cena de shabat, el padre de la familia también bendice a su esposa, incluso frente a todos los huéspedes e hijos, con el Eshet Jayil, pasaje de la mujer virtuosa de Proverbios 31. Cuando una pareja judía se casa, parte integral de la ceremonia son las Siete Bendiciones recitadas por familiares y amistadas cercanas.

Bendición Nupcial:

1. Bendito seas, Señor nuestro Dios, soberano del mundo, quien creó todo para Su gloria.
2. Bendito seas, Señor nuestro Dios, soberano del mundo, creador del hombre.
3. Bendito seas, Señor nuestro Dios, soberano del mundo, quien creó el hombre a Su imagen, según Su semejanza, y proveyó para perpetuar su género. Bendito seas, Señor nuestro Dios, creador del hombre.
4. Que la ciudad estéril se regocije y se alegre con la feliz reunión de sus hijos. Bendito seas, Señor, quien hace que Sion se regocije con sus hijos.
5. Que la pareja amorosa se alegre, así como alegraste Tu creación en el Jardín del Edén hace tanto tiempo atrás. Bendito seas, Señor, quien hace que el novio y la novia se alegren.
6. Bendito seas, Señor nuestro Dios, soberano del mundo, quien creó el gozo y la celebración, el novio y la novia, el regocijo, el júbilo, el placer y el deleite, el amor y la hermandad, la paz y la amistad. Que pronto se escuche, Señor nuestro Dios, en las ciudades de Judea y las calles de Jerusalén, el sonido del gozo y los sonidos de celebración, la voz del novio  y la voz de la novia, los gritos jubilosos de los novios en su boda y de jóvenes en sus fiestas de canto. Bendito seas, Señor, quien hace que el novio y la novia se regocijen juntos.
7. Bendito seas, Señor nuestro Dios, soberano del mundo, creador del fruto de la vid.

Durante el funeral judío, acostumbran hacer una bella oración llamada kadish, frecuentemente llamada la oración de luto. Es interesante notar que la oración no enfoca al enlutado ni al que acaba de morir, sino que se centra totalmente en Dios.

Kadish:

Glorificado y santificado sea el exaltado nombre de Dios en todo el mundo, al cual ha creado según Su voluntad.
Que establezca Su reino durante el tiempo de tu vida y durante tus días, y de toda la casa de Israel, rápidamente y pronto; y digan todos, amén. Que Su exaltado nombre sea bendecido para siempre y por toda la eternidad.
Bendecido y alabado, glorificado y exaltado, elogiado y honrado, adorado y loado sea el Nombre del Santo Dios, bendecido sea, más allá de toda bendición y cántico, adoración y consolación que jamás se exprese en este mundo; y todos digan, amén.
Que haya abundante paz desde el cielo, y vida para nosotros y todo Israel; y todos digan, amén.
El que hace la paz en los lugares celestiales, que traiga la paz a nosotros y a todo Israel; y todos digan amén.
En la cultura judía, cuando una persona fallece, se menciona su nombre seguido por la frase, “de bendita memoria.” Mi padre, el Dr. David Allen Lewis, de bendita memoria, falleció el 2 de junio. Durante su funeral, muchos hablaron acerca de cómo les había bendecido. Recibimos muchas flores, cartas y tarjetas expresando cuánta bendición había sido mi padre durante su vida. Mi hermana y yo preparamos libros conmemorativos para nuestra madre, sus hijos y sus nietos. Esos libros cuentan la historia de una vida bendecida, y así continúa bendiciendo a otros, aunque haya dejado este mundo y ahora disfruta su recompensa celestial.

La Bendición Sacerdotal

En tiempos bíblicos, los sacerdotes daban su bendición cada mañana. Abraham Chill, autor del libro The Mitzvot (Los Mandamientos), lo describe así: “Los sacerdotes subían a la plataforma, levantaban sus manos sobre las cabezas y extendían sus dedos de la manera tradicionalmente prescrita. El sumo sacerdote no levantaba sus manos más arriba de su frente, donde tenía el ‘tzitz,’ la mitra donde estaba grabado el nombre de Dios…En el Templo, el Tetragrámaton, la palabra de cuatro letras que componía el nombre de Dios, era empleado durante la Bendición Sacerdotal, eso es, se pronunciaba según estaba escrito. Fuera del Templo, era prohibido pronunciar el nombre de Dios. Sólo se pronunciaba como ‘Adonai.’”

Al día de hoy, el pueblo judío pronuncia la bendición sacerdotal en los servicios de sinagoga y en situaciones familiares. El nombre de Dios no lo pronuncian en lo absoluto. Muchos cristianos pronuncian ese nombre sagrado de Dios como Jehová o Yahvé, pero eso incomoda mucho a los judíos. Ellos simplemente dicen Adonai (Señor) o HaShem (El Nombre). El Tetragrámaton no ha sido pronunciado en tanto tiempo que creen que la manera correcta de hacerlo ha quedado en el olvido.

¿A Quién Bendice Dios?

Hay muchos lugares en la Biblia donde leemos que Dios bendice a la gente en base a sus decisiones. "El bendecirá a los que temen al SEÑOR, tanto a pequeños como a grandes" (Sal. 115:13). La palabra traducida aquí como “temer” viene del hebreo yiré, lo que implica miedo, terror, respecto, reverencia y piedad.
En este mundo moderno, a menudo nos acercamos a Dios de manera muy casual, como si fuera nuestra “pana.” Sí, Dios quiere que tengamos una relación de confianza con Él, pero de ninguna manera estamos a nivel de igualdad. No debemos perder nuestro asombro ante el Poderoso Creador, quien siempre debe ser reverenciado. Nuestras acciones entonces van a reflejar si le tememos verdaderamente o no. Isaías 66:2 dice que Dios mira con favor al “que tiembla ante mi palabra.”

“Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día del mal el SEÑOR lo librará” (Sal. 41:1). En Puentes para la Paz, diariamente ministramos a los pobres, y reclamamos esa promesa del Señor por la fe. ¿Cuántos buenos cristianos no miran al otro lado cuando ven un mendigo en la calle, sin responder en su auxilio, y quizás hasta piensan que su pobreza es por culpa propia?
“¡Cuán bienaventurado es el hombre que no anda en el consejo de los impíos, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la silla de los escarnecedores, sino que en la ley del SEÑOR está su deleite, y en su ley medita de día y de noche!” (Sal. 1:1-2). Dios también bendice a los que aman Su Palabra y dedican valioso tiempo en leerla, meditar en ella y aplicarla.

“Mirad cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos habiten juntos en armonía…Es como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí mandó el SEÑOR la bendición, la vida para siempre” (Sal. 133:1, 3). La bendición de Dios se hace presente cuando habitamos en unidad y armonía unos con otros. A la inversa, cuando estamos en discordia, no podemos esperar que Dios bendiga nuestras vidas. Pero las bendiciones de Dios están accesibles a nosotros. La decisión está en nuestras manos. Si decidimos temerle, obedecer Sus mandamientos y pasar tiempo con Él en oración y en la Palabra, amarle y amarnos los unos a los otros, Él promete bendecirnos.

Bendigamos a Israel

Dios prometió a Abraham, el primer hombre hebreo, que bendeciría a quienes lo bendigan y maldeciría a quienes lo maldigan (Génesis 12:3a). Vemos que esa promesa está en efecto hoy día. Las naciones y los individuos que bendicen a Israel disfrutan de bendiciones espirituales y materiales. Cuando Tom y yo primero solicitamos sostén económico para nuestro ministerio en Israel, una familia comenzó a apoyarnos. Ese matrimonio tenía muchos hijos y poco dinero, pero decidieron bendecirnos mensualmente porque creían en esa promesa. Luego de un año, nos escribieron y dijeron que antes casi no les alcanzaba su limitado salario, pero que desde que comenzaron a dar para bendecir a Israel, se asombraron de la forma en que Dios les bendijo financieramente. Hemos escuchado ese tipo de testimonio muchas veces, porque Dios verdaderamente bendice a quienes bendigan a los hijos de Abraham.

El Salmo 122:6 dice: “Orad por la paz de Jerusalén: Sean prosperados los que te aman.” ¿Recuerda la historia de Balaam? Él era un profeta que trató de maldecir a Israel, pero Dios sólo le permitió bendecirlo. De hecho, Balaam declaró la misma promesa de Dios a Abraham: “Benditos los que te bendigan, y malditos los que te maldigan” (Núm. 24:9b). Decida bendecir a Israel, y usted también experimentará la bendición.

Bendiga al Señor

La Biblia está repleta del mandato, “bendecid al Señor.” Nuestras vidas deben ser caracterizadas por nuestra alabanza, adoración y exaltación del Señor, el Dios Todopoderoso. Mucha música cristiana nos ayuda a alabar y adorar a Dios. Tales canciones son realmente oraciones a Dios, al igual que los Salmos: “Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre. Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Grande es el SEÑOR, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable…SEÑOR, tus obras todas te darán gracias, y tus santos te bendecirán. La gloria de tu reino dirán, y hablarán de tu poder” (Sal. 145:1-3, 10-11).

Aplique esas Verdades

Todos tomamos decisiones a diario. Decidimos bendecir o maldecir a nuestros seres queridos por nuestras palabras. Determinamos ser una bendición en sus vidas, o los herimos insensible y egoístamente. Decidimos vivir una vida reverente a Dios, o vivimos una vida irreverente. Decidimos obedecer a Dios o desobedecerle. Decidimos adorarlo de todo corazón o simplemente de boca. Decidimos bendecir a Israel o maldecirlo.

En Deuteronomio 27 y 28, leemos acerca de la opción que Dios dio a los hijos de Israel para escoger entre la bendición o la maldición. Dios les describió claramente cuáles serían los beneficios de la bendición y las consecuencias de la maldición. Aún hoy día, tenemos esa misma opción. Escoja la bendición y la vida abundante. Nunca es tarde escoger los caminos de Dios. Aún si ha tomado unas decisiones equivocadas, usted puede tornar atrás. Dios es siempre el Dios de segundas oportunidades. Escoja Sus caminos y comience a caminar en Sus bendiciones.

Por Rebecca J. Brimmer

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