21 julio 2012

LA BIBLIA: Cómo los Autores del Nuevo Testamento Comprendían y Utilizaban el Antiguo Testamento


¿Cuál es el valor en saber cómo los autores del Nuevo Testamento comprendían, interpretaban y aplicaban los textos del Antiguo Testamento, o la Tanaj? En muchos círculos cristianos, el Antiguo Testamento ha sido descuidado o, peor aún, tergiversado, ocasionando terrible daño a la Iglesia y contribuyendo a siglos de antisemitismo cristiano, además de fomentando nociones de reemplazo (enseñanza equivocada de que la Iglesia ha suplantado a Israel, o que el Nuevo Testamento reemplaza los pactos de Dios con Israel). Pero, ¿cómo fueron influenciados los primeros apóstoles y autores del Nuevo Testamento por el Antiguo Testamento, y cómo lo aplicaron a sus escritos? ¿Cómo afecta eso a nuestra propia perspectiva y respuesta a las Escrituras?

Hace falta que demos un breve vistazo a los términos "Antiguo" y "Nuevo." Respecto al Antiguo Testamento, el autor cristiano Marvin Wilson comenta lo siguiente: "...la Iglesia hubiese estado mucho mejor si hubiese decidido desde un principio utilizar el término 'Primer' Testamento o Testamento 'Original'." Otras personas usan los términos "Más Antiguo" o "Más Nuevo" para enfatizar que Dios Se reveló en una sola Palabra escrita - comprendiendo que el Testamento (Más) Nuevo no puede existir sin el fundamento del (Más) Antiguo, que representa la revelación inicial de Dios. Pero en este estudio usaremos los términos más familiares de "Nuevo Testamento" y "Antiguo Testamento" según el uso más acostumbrado.

Los autores del Nuevo Testamento comprendieron y aplicaron los textos del Antiguo Testamento en maneras especiales y profundas. Su teología, dirigida por el Espíritu Santo, fue desarrollada al comprender que las Escrituras Antiguo-Testamentarias señalaban hacia la persona de Yeshúa (Jesús) y el Reino de Dios inaugurado por Él. El resultado fue la colección de documentos que ahora conocemos como "las Escrituras Cristianas." Los cristianos vemos ese proceso como la revelación de Dios al ser humano por medio de Su Palabra oral y escrita, hablada o redactada, desde la Ley de Moisés o Torá, los Profetas y los Escritos, cumplidos y completados en Yeshúa el Mesías (Jesucristo).

Hasta llegado los años 363-397 d.C., cuando el Nuevo Testamento atravesaba el proceso de ser formalmente canonizado, el Antiguo Testamento (en hebreo y partes en arameo) era la única Palabra escrita de Dios. El texto original fue traducido al griego entre 250-100 a.C. en Alejandría, y esa Septuaginta (incluyendo los Apócrifos) también era muy conocida por los judíos, además de ser utilizada por Yeshúa y la primera Iglesia.

Una Biblia - Dos Testamentos
Según explicamos anteriormente, la composición de la Biblia cristiana con Testamentos separados pudiera ocasionar confusión, como si el "Nuevo" fuese para "nosotros" y el "Antiguo" fuese para "ellos." Pero están encuadernados en un solo libro, y se compone de 66 libros individuales (39 en el A.T. y 27 en el N.T.), compilados a lo largo de 1,500 años por sobre 40 distintos autores en hebreo, arameo y griego. Ya que Dios se reveló al hombre en forma progresiva, muchos cristianos perciben el Antiguo Testamento como una revelación en anticipación a Yeshúa, y el Nuevo Testamento como una proclamación y explicación de este Mesías. El Nuevo Testamento puede ser descrito como "parte dos" del Antiguo Testamento, en que Dios completó Su auto-revelación al ser humano.

De la misma manera en que muchos líderes judíos atravesaron el tedioso proceso de determinar la inspiración y autoridad canónica de lo que luego se conocería como el Antiguo Testamento, la primera Iglesia también analizó y reconoció los escritos que formaron parte del Nuevo Testamento. Fueron aceptados por las iglesias por ser inspirados de Dios y llegaron a ser su regla de fe y conducta. Los textos eran centrados en Yeshúa y reflejaban la autoridad apostólica.

Todos los autores de ambos Testamentos fueron influenciados por previos escritos bíblicos, y a menudo los citaban. Los antiguos profetas citaban o se referían frecuentemente a la Torá. Daniel leyó los escritos de Jeremías (Dan. 9:2), y Habacuc 3:19 es una cita de 2 Samuel 22:34.

El Nuevo Testamento también cita al Antiguo Testamento. Cuando el apóstol Pedro procuró consolar a los creyentes judíos dispersos en el norte de Asia Menor por causa de la persecución de Nerón (63 ó 64 d.C.), citó a Éxodo 19:5-6 y Oseas 1:9-10 y 2:23. Por causa de su temor, les recordó que eran "linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido para posesión de Dios" (1 Ped. 2:9). El autor de Hebreos, en su primer capítulo, también citó porciones de varios salmos escritos durante el tiempo de los jueces y del Reino Unido de Israel mil años previos.

Por lo tanto, nos gustaría penetrar la mente de los autores de los Evangelios, el libro de los Hechos, las Epístolas y Apocalipsis para comprender por qué y cómo interpretaban el Antiguo Testamento, incluyendo el Pentateuco (término griego para la Torá), los libros históricos y poéticos, y los Profetas.

Un Dato sobre Métodos de Interpretación
La historia eclesiástica ha creado mucha confusión y controversia respecto a nuestra interpretación de las Escrituras. Métodos de interpretación han sido una bendición y una maldición. Las Escrituras adquieren vida por medio de una excelente investigación histórica y cultural, con el uso de la arqueología y con apropiados métodos exegéticos. Por otro lado, las Escrituras han sido ultrajadas por alegados "expertos." El error de la Teología del Reemplazo o la Suplantación, en sus varias manifestaciones, se ha difundido como el cáncer por toda la Iglesia, y ha contribuido a siglos de antisemitismo cristiano hasta nuestros días. Disciplinas bíblicas esenciales parecen estar en terreno movedizo en ciertos lugares. Entonces, ¿cómo nos defendemos en medio de este ambiente turbulento?

Un asunto que nos puede servir de ancla es la manera en que los apóstoles y los autores del Nuevo Testamento comprendían y aplicaban el Antiguo Testamento. Quizás no podamos absolutamente replicar su método hoy día, pero dado que ellos representan algunos de los "intérpretes" más fidedignos de las Escrituras, nos podríamos encaminar según su compás espiritual y exegético. Si nos pudiésemos guiar por sus interpretaciones, suposiciones y análisis (tanto como nos sea posible), podríamos acercarnos a una mejor manera de discernir la Biblia desde la perspectiva hebraica para así mejor aplicar el significado y la verdad Escrituraria a nuestras vidas.

El erudito en Estudios Nuevo-Testamentarios, Richard Longenecker, expresa lo siguiente: "La exégesis judía del primer siglo podría clasificarse de manera general en cuatro grupos: de tipo literal, midrash, pésher, y alegórico [vea al lado para mayor explicación]... Un estudio de las raíces judías del cristianismo (revela que) probablemente usaban un procedimiento exegético del Nuevo Testamento parecido al judaísmo contemporáneo... De esa manera, la interacción entre suposiciones y procesos exegéticos judíos por una parte, con los compromisos y las perspectivas cristianas por otra parte, ha producido en nuestras páginas del Nuevo Testamento una interpretación singular del Antiguo Testamento."

Ciertamente, es importante la manera en que interpretamos las Escrituras. La Biblia advierte sobre falsos profetas, maestros y pastores (Jer. 23; Ezeq. 13; Mat. 7:15, 24; 2 Ped. 2:1, 3:16; Apoc. 22:18, 19). A menos que las Escrituras nos digan lo contrario, debemos procurar interpretar la Biblia en su manera más literal, sencilla y dentro de su contexto; o sea, lo que el texto realmente dice y no lo que suponemos que dice. Dios quiso que Su verdad revelada fuese comprendida y obedecida por Su pueblo. No la encubrió bajo un código secreto accesible únicamente por algunos sabios elegidos.

En How to Read the Bible for All its Worth [Cómo leer la Biblia por lo que Vale], leemos: "...la Biblia es tanto humana como divina a la vez. La Biblia...es la Palabra de Dios expresada en palabras humanas dentro de un momento histórico. Esa naturaleza doble de la Biblia requiere de nosotros cierta tarea de interpretación." El contexto del Antiguo Testamento es imperativo. Si los cristianos ignoran las realidades históricas, culturales, gramaticales y religiosas, aumenta la posibilidad de que lleguemos erróneamente a un sinnúmero de "verdades," o que la interpretemos fuera de contexto, creyendo algo que los autores o el Espíritu de Dios, quien inspiró las Escrituras, nunca tuvieron la intención de decir. Es conveniente que nos pongamos a la posición de los testigos o lectores originales, y que el Espíritu Santo nos ayude en nuestro estudio diligente de la Palabra.

Métodos de interpretación demasiado alegóricos y descontrolados han hecho que la iglesia atraviese siglos de interpretación errónea, produciendo la Teología del Reemplazo, ideas de suplantación y una gama de otros errores. Y las relaciones y el diálogo entre judíos y cristianos han sufrido desmedidamente debido, en gran parte, a la arrogancia y al orgullo de numerosos líderes cristianos equivocados. Cuán diferente hubiese sido si las palabras del apóstol Pablo a los creyentes gentiles se hubiesen tomado en serio: "Pero si algunas de las ramas fueron desgajadas, y tú, siendo un olivo silvestre, fuiste injertado entre ellas y fuiste hecho participante con ellas de la rica savia de la raíz del olivo, no seas arrogante para con las ramas. Pero si eres arrogante, recuerda que tú no eres el que sustenta la raíz, sino que la raíz es la que te sustenta a ti. Dirás entonces: 'Las ramas fueron desgajadas para que yo fuera injertado.' Muy cierto. Fueron desgajadas por su incredulidad, pero tú por la fe te mantienes firme. No seas altanero, sino teme; porque si Dios no perdonó a las ramas naturales, tampoco a ti te perdonará" (Rom. 11:17-21).

Levítico 19:18 y el Shemá
El pasaje del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo Testamento es una porción de Levítico 19:18 que dice: "...amarás a tu prójimo como a ti mismo." Cuando se combina con Deuteronomio 6:5, donde se nos manda amar a Dios, tenemos la narrativa de los Evangelios que declara: "De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas" (Mat. 22:40). Si Yeshúa, los apóstoles y los autores del Nuevo Testamento consideraban esos textos como vitales para su enseñanza, nosotros debemos aprender todo lo posible de su ejemplo.

El libro de Levítico se encuentra en la Torá, los primeros cinco libros de las Escrituras. Cubre un corto intervalo en la vida de Israel inmediatamente luego de su milagrosa redención de Egipto. Levítico vincula el evento de cuando la shekiná (gloria) de Dios llenó el recién construido Tabernáculo en el Monte Sinaí (Éx. 40:34-35), relatado en Éxodo, y los años en que los hijos de Israel anduvieron errantes por el desierto, relatado en Números. Según el Diccionario Bíblico Young, "Levítico contiene un manual de instrucciones especiales para los sacerdotes y levitas en su servicio espiritual a la nación, además de instrucciones para todos los israelitas."

El contexto de Levítico 19 es el Código de Santidad que Dios dio como parte de su pacto con Israel (capítulos 17-25). Respecto al verso 19:18, el comentario judío en The Pentateuch and Haftorahs dice: "El resto del mundo no está conciente de que ese supremo mandamiento de moralidad - la regla de oro para la conducta humana - fue primeramente enseñado en el judaísmo...mucho antes de que surgiera el cristianismo. Los maestros religiosos de Israel citaron a Levítico 19:18, verbalmente o parafraseado, como la esencia de toda vida moral."

También en la Torá, Deuteronomio describe el pacto de bendiciones y maldiciones a consecuencia de la obediencia o desobediencia previo a conquistar la Tierra Prometida. "Escucha [Shemá], oh Israel, el SEÑOR es nuestro Dios, el SEÑOR uno es" (Deut. 6:4) es el inicio y la esencia de la totalidad del Shemá. El erudito bíblico David Bivin define el Shemá como "la recitación de tres pasajes: Deuteronomio 6:4-9, 11:13-21 y Números 15:37-41. El Shemá es considerado por los judíos como la suprema afirmación sobre la unicidad y excepcionalidad de Dios."

El comentario judío citado anteriormente describe el Shemá como una declaración de "la unicidad de Dios y la plena lealtad de Israel a Dios"... "Señala la esencia del judaísmo, siendo su contraseña y confesión de fe a través de las edades... Es seguido por los versos 5-9 con la obligación fundamental basada en esa verdad, a saber, la adoración de los israelitas a Dios con todo su ser... El amor a Dios es la marca distintiva de Sus verdaderos adoradores." Por lo tanto, es esencial que los lectores bíblicos del siglo 21 comprendan que la Torá fue fundamental en el pensamiento y en la teología de los autores del Nuevo Testamento.

Ejemplos de Pablo y Santiago
Una de las prioridades teológicas de Pablo fue su ferviente defensa de las raíces hebraicas del cristianismo. El rompimiento de la primera "Iglesia" de la "Sinagoga" generó muchas facciones y sectas falsas que todavía requieren aclaración y corrección. Pablo frecuentemente aludió a los símbolos, los pactos, las promesas y la verdad del Antiguo Testamento, de esa manera refrescando la memoria de su audiencia (mayormente cristianos gentiles) sobre sus raíces judías.

En el libro a los Efesios, los describió como previamente "excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa" (2:12), pero ahora en Cristo (Mesías) "ya no son extraños ni extranjeros, sino que son conciudadanos de los santos y son de la familia de Dios...edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas..." (2:19-20). A la Iglesia en Roma, se identificó con sus hermanos judíos como "mis parientes según la carne. Porque son Israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas..." (Rom. 9:3-4).

Describió en términos de horticultura la manera en que los creyentes gentiles somos las ramas de olivo silvestre injertadas entre las ramas naturales para juntos nutrirnos de la rica savia de la raíz. Vemos que les exhortó a que no sean arrogantes hacia el pueblo judío, ya que la raíz los sostiene a ellos, y no vice-versa. En solamente tres capítulos (Rom. 9-11), Pablo aludió, o directamente cita, a textos de Génesis, Éxodo, Deuteronomio, 1 Reyes, Malaquías, Isaías, Jeremías, Oseas, Amós, Joel, Salmos y Job.

En Gálatas 5:14, Pablo argumentó que Levítico 19:18 es el cumplimiento y la suma total de la Ley: "Porque toda la Ley en una palabra se cumple en el precepto: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'" (también en Romanos 13:8-10). En Gálatas 3:10-14, también citó a Deuteronomio 21:23, 27:26, Habacuc 2:4 y Levítico 18:5, instruyendo a los creyentes gentiles sobre su justificación por la fe en Yeshúa sin necesidad de guardar la letra de la Ley. Pablo se basó en la Torá, los Escritos y los Profetas (Génesis a Malaquías), aunque también debió conocer las enseñanzas orales de Yeshúa (si aún no habían sido redactadas), transmitidas por Sus primeros discípulos (como en Marcos 12:31).

Levítico 19:18 nuevamente aparece en Santiago 2:8-9, donde dice que no demostremos parcialidad a nadie: "Si en verdad ustedes cumplen la ley real conforme a la Escritura: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo,' bien hacen. Pero si muestran favoritismo, cometen pecado y son hallados culpables por la ley como transgresores." Aquí Santiago también resaltó la Torá como Ley de Dios.

Ejemplos de los Evangelios
Mateo, el Evangelio más "judío", enfatizó el tema del cumplimiento de las Escrituras. Mateo, muy educado y previo colector de impuestos, fue uno de los doce discípulos de Yeshúa, y probablemente lo escribió desde Antioquía en Siria durante el período antes de la división entre la nueva Iglesia y la Sinagoga. Pudo haber sido escrito entre los años 50 y 68 d.C. cuando Nerón era el emperador romano. Pablo y Pedro se encontraban en Roma, y había gran persecución contra los cristianos.

Mateo reforzó el punto de que Yeshúa vino en cumplimiento de la Ley y los Profetas. Citó el Antiguo Testamento 55 veces, comparado con las 65 menciones de Marcos, Lucas y Juan en conjunto, y también tiene una docena de referencias al cumplimiento de las Escrituras. Todo indica que Mateo estaba empapado de las Escrituras, tanto en hebreo como en griego.

En el relato de Mateo sobre el Sermón del Monte (capítulos 5-7), Yeshúa citó seis veces a la Torá y dos veces a los Salmos. En 5:43-44, utilizó a Levítico 19:18 para enseñar que debemos amar a nuestros enemigos, pero ofreció una interpretación más profunda que la acostumbrada en esos días: "Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.' Pero Yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen." En 7:12, Yeshúa reafirmó esa verdad, diciéndolo de esta manera: "Por eso, todo cuanto quieran que los hombres les hagan, así también hagan ustedes con ellos, porque ésta es la Ley y los Profetas." En otras palabras, ¡ese principio representa la suma de toda la enseñanza del Antiguo Testamento!

En Mateo 19, un joven adinerado preguntó a Yeshúa: "Maestro, ¿qué cosa buena haré para obtener la vida eterna?" Yeshúa le respondió citando a Éxodo, Levítico y Deuteronomio: "No matarás; no cometerás adulterio; no hurtarás; no darás falso testimonio; honra a tu padre y a tu madre; y amarás a tu prójimo como a ti mismo" (vs. 18-19).

Cuando en Mateo 22:36 le preguntaron a Yeshúa, "Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento de la Ley?" respondió con Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18: "'Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.' Este es el grande y primer mandamiento. Y el segundo es semejante a éste: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo.' De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas" (vs. 37-40). Sabiamente respondió que el amar al Padre de todo corazón debe conducirnos al amor del prójimo. Eso es significativo para todos los tiempos, y es vívidamente ilustrado en la historia del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37).

Craig Keener comenta: "Siguiendo técnicas de interpretación judía, Jesús vinculó ambos mandamientos (Deut. 6:5 y Lev. 19:18) con la palabra en común: 'amor.' La ética judía repetidamente enfatizaba el amor a Dios y a los demás." Un comentario sobre el uso del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento añade: "Estas relaciones verticales (hacia Dios) y las horizontales (hacia nuestro semejante) suman no solamente toda la Torá, o los cinco libros de Moisés, sino también todas las Escrituras Hebreas (la Ley y los Profetas)."

¿Qué Hemos Aprendido?
En la introducción preguntamos: ¿Cuál es el valor en saber cómo los autores del Nuevo Testamento comprendían, interpretaban y aplicaban los textos del Antiguo Testamento? ¿Cómo afecta eso a nuestra propia perspectiva y respuesta a las Escrituras? Vienen a la mente algunas consideraciones:

• Yeshúa, los apóstoles y los autores del Nuevo Testamento estaban tan empapados de la Palabra de Dios que fluía naturalmente en toda su forma de pensar y en su teología. Así debe ser con nosotros.
• El conocimiento teológico, por el mero hecho de poseer conocimiento, carece de importancia. Como discípulos del siglo 21, debemos fielmente poner en práctica las Escrituras según expresado en el Shemá y en Levítico 19:18.
• Una vida caracterizada por el estudio cuidadoso de la Biblia, guiados por el Espíritu de Verdad y unidos a otros creyentes maduros y de confianza, es nuestra única defensa contra la profecía y enseñanza falsa.

Puentes para la Paz se siente bendecido en proveer enseñanza bíblica sobre las raíces hebraicas de nuestra fe cristiana y brindar esas verdades en maneras prácticas al pueblo judío y a la nación de Israel durante estos días proféticos. Una manera tangible de responder a la deuda que tenemos con los escogidos de Dios podría ser:

• Demostrar amor y misericordia hacia el pueblo judío: "Te levantarás y tendrás compasión de Sion, porque es tiempo de apiadarse de ella, pues ha llegado la hora" (Sal. 102:13).
• Proveer a sus necesidades: "En verdad les digo que en cuanto lo hicieron a uno de estos hermanos Míos, aun a los más pequeños, a Mí lo hicieron" (Mat. 25:31-46).
• Darles de nuestras bendiciones materiales: "Porque si los Gentiles han participado de sus bienes espirituales, también están obligados a servir a los santos [los judíos] en los bienes materiales" (Rom. 15:27).
• Orar por la paz de Jerusalén: "Oren ustedes por la paz de Jerusalén: 'Sean prosperados los que te aman'" (Sal. 122:6).

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