El nombre de Jesús ha alcanzado a todas partes del mundo. Actualmente tiene sobre un billón de seguidores. Si usted aún no cree en Jesús, por lo menos reconoce que Jesús es una de las personalidades más reconocidas de la historia. Recientemente, encontré un libro por el autor judío Michael Shapiro titulado The Jewish 100, a Ranking of the Most Influential Jews of All Time [Los 100 Judíos: Clasificación de los Judíos más Influyentes de Todos los Tiempos]. De manera casi predecible, Moisés ocupó el lugar número uno. Pero para mi sorpresa, el autor judío escogió a Jesús de Nazaret como el número dos. En otra ocasión, un alcalde israelí invitó al liderato de nuestro ministerio para cenar en su hogar, y él mismo abordó el tema de Jesús diciendo que estaba fascinado por ese hombre de tanta influencia.
Los creyentes esperamos con ansias la venida del Mesías. Recuerdo de niña haber cantado muchas canciones que expresaban el anhelo de ver a Jesús. En tiempos actuales, parece que el deseo de ver la venida del Señor y la era mesiánica va en aumento. Y no tan sólo los cristianos anhelamos que venga el Mesías. Frecuentemente escucho a amistades judías hablar de su anhelo por la llegada del Mesías. De hecho, la oración llamada Amidá (o Shemoná Esré) recitada tres veces al día incluye la petición para que venga el Mesías y establezca el trono de David. Maimónides, una de las figuras más destacadas en la filosofía judía medieval, delineó los 13 Principios de Fe, e incluyó una frase sobre la venida del Mesías: "Creo con perfecta fe en la llegada del Mesías; y aunque se tarde, aún espero diariamente que venga." Quizás usted ha escuchado la canción en hebreo: "Mashíaj, Mashíaj, Mashíaj." Esa es una rendición poderosa de las palabras de Maimónides declarando su fe en el Mesías. (Para escuchar la canción, puede ir al sitio de Internet http://www.youtube.com/watch?v=4MKtQ--ayDM&feature=related)
Los cristianos y los judíos no concurrimos respecto a la identidad del Mesías, tema que ha causado gran división entre ambos grupos a lo largo de nuestra historia extremadamente dolorosa. Se acredita al fallecido profesor judío David Flusser con el siguiente relato, aunque muchos eminentes líderes judíos también lo han usado cuando conversan con los cristianos: Flusser recomendó que cuando finalmente llegue el Mesías, debemos formar un comité entre cristianos y judíos, y entonces pedir una entrevista con Él. Como el Mesías será una persona muy ocupada, deberíamos preparar nuestras preguntas con antelación. Recomendó que la primera pregunta fuese: "Señor, ¿ha estado usted aquí anteriormente?"
Aunque ese es un tema muy interesante, no tengo la intención de referirme a ello en este Estudio de Israel. Sin embargo, deseo compartir con usted ciertos detalles sobre Jesús que he observado desde que llevo viviendo en Israel.
El Jesús "Cristiano" Los discípulos y primeros seguidores de Jesús tenían una gran ventaja. Podían ver a Jesús cara a cara, comer con Él, caminar con Él, y asistir a Sus conferencias. Es cierto que hoy día tenemos el relato escrito de las cosas que hizo, pero no tenemos la ventaja de estar a Su lado. Tampoco tenemos videos en YouTube sobre eventos de Su ministerio, ni fotos digitales. Si usted es como yo, se crió con algunos dibujos o pinturas ilustrando la forma en que se lo imaginaban ciertos artistas cristianos. La mayoría lo concebían como un fino europeo, aunque he visto algunos dibujos de Jesús en México con un verdadero aspecto mexicano. Uno de nuestros voluntarios japoneses trajo hace unos años un dibujo del bebé Jesús con aspecto japonés. Ya que no tenemos fotos de Jesús, Su apariencia física ha sido dictaminada por nuestra cultura e imaginación.
También tendemos a pensar en Jesús como un buen cristiano. Se nos olvida que fue un hombre judío que vivió durante el primer siglo, y que nunca puso un pie en la iglesia. (Claro está, no existieron iglesias hasta mucho después.) Nunca fue definido como un cristiano. Piénselo por un momento. La palabra "cristiano" denota a alguien "como Cristo." El término griego "el Cristo" significa "el Ungido," traducción del término hebreo "ha Mashíaj," o el Mesías. Siendo el Cristo, no fue simplemente cualquier "ungido," sino "El Ungido." Tenía un nombre propio judío: Yeshúa. (Si nos referimos a Jesús como Yeshúa, podemos recordar que era judío. Por lo tanto, me referiré a Él en el resto de este estudio según Su nombre hebreo.)
¿Qué conocemos acerca de Su apariencia física? Por un lado, creo que Yeshúa era fuerte y muscular. Caminaba desde un extremo de la tierra al otro. Trabajaba con José, Su padrastro, en un oficio sin herramientas eléctricas. Él no era un tímido debilucho, sino un hombre "hecho y derecho." Creo que tenía aspecto de persona del Medio Oriente. No se sobresalía físicamente de los demás. Cuando Judas lo fue a entregar, tuvo que identificarlo con un beso para que lo pudiesen arrestar. La Biblia no nos da una descripción física, así que cualquier imagen es mera especulación. Por lo tanto, cuando Yeshúa venga, quizás no lo reconozcamos por Su apariencia, especialmente si no lo concebimos como judío. Sin embargo, hay mucha información en el Testamento Más Nuevo que ilustra Su identidad como judío.
Su Familia Guardaba la Torá Yeshúa y Su familia guardaban cuidadosamente las leyes de Moisés en la Torá (Génesis a Deuteronomio). Busquemos algunos ejemplos entre los eventos luego de Su nacimiento, según narrados en el libro de Lucas.
Circuncisión: Cuando Yeshúa cumplió ocho días de nacido, fue circuncidado. "Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al Niño, Le pusieron por nombre Jesús" (Lucas 2:21). Todavía hoy día, como en tiempos bíblicos, los varones judíos se circuncidan al octavo día, y en esa ocasión anuncian su nombre.
Purificación de la Madre: Levítico 12:1-8 describe las leyes de purificación luego de que una mujer da a luz un hijo: "Cuando una mujer dé a luz y tenga varón, quedará impura por siete días; como en los días de su menstruación, será impura. Al octavo día la carne del prepucio del niño será circuncidada. Y ella permanecerá en la sangre de su purificación por treinta y tres días…" (Lev. 12:2-4). Lucas nos narra que, "Al cumplirse los días para la purificación de ellos, según la ley de Moisés, Lo trajeron a Jerusalén para presentar al Niño al Señor" (Luc. 2:22).
Sacrificio: La madre de Yeshúa llevó un par de tórtolas al Templo para sacrificar, según ordenado en Levítico 12:8: "Pero si no le alcanzan los recursos para ofrecer un cordero, entonces tomará dos tórtolas o dos pichones, uno para el holocausto y el otro para la ofrenda por el pecado; y el sacerdote hará expiación por ella, y quedará limpia." El hecho de que llevara las aves en vez de un cordero es indicación de que la familia no era muy adinerada.
Reconocimiento de un hombre piadoso: Lucas continúa su narrativa diciendo que Simeón, un hombre justo y piadoso, dio gracias a Dios luego de haber sostenido al bebé. "Ahora, Señor, permite que Tu siervo se vaya en paz, conforme a Tu palabra; porque mis ojos han visto Tu salvación la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz de revelacion a los gentiles, y gloria de Tu pueblo Israel" (2:29-30).
Un hombre piadoso en hebreo se distingue como un tzádik. Es muy difícil imaginar que un hombre judío tan devoto hubiese hecho esa oración si la familia de Yeshúa no fuese fiel a los mandamientos de Dios. El pasaje confirma que José y María cabalmente cumplían con las Escrituras por medio de sus actos. Lucas enfatiza eso más adelante con el texto: "Habiendo ellos cumplido con todo conforme a la Ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret" (2:39).
Participación en las Fiestas: Las Escrituras no nos añaden más información sobre la niñez de Yeshúa, excepto sólo un incidente cuando cumplió doce años de edad. Lucas narra la historia nuevamente: "Los padres de Jesús acostumbraban ir a Jerusalén todos los años a la fiesta de la Pascua. Y cuando El cumplió doce años, subieron allá conforme a la costumbre de la fiesta." (2:41-42).
Su familia cumplía con los mandamientos de participar en las fiestas, según descrito en el libro de Éxodo: "Tres veces al año me celebrarán fiesta. Guardarás la Fiesta de los Panes sin Levadura [Pésaj o Pascua]..., la fiesta de la siega de los primeros frutos de tus labores [Shavuot o Pentecostés]... y la fiesta de la cosecha al fin del año [Sucot o Fiesta de los Tabernáculos]" (Éx. 23:14-17, también Deut. 16:16).
Usted probablemente ya conoce esa historia del joven Yeshúa (Luc. 2:41-49). Se quedó atrás en Jerusalén cuando Sus padres comenzaron su viaje de regreso a Galilea. Luego de un día de camino, se dieron cuenta que no estaba entre el grupo, y regresaron a Jerusalén para buscarlo. Luego de tres días, lo encontraron en el Templo rodeado de maestros de la Ley quienes estaban asombrados por Su entendimiento y Sus respuestas. En tiempos del Segundo Templo, no era probable que los sabios del Templo discutiesen la Tanaj (Génesis a Malaquías) con alguien que no viniese de una familia judía religiosa.
Linaje: Yeshúa y Su familia pertenecían a la tribu de Judá, descendientes del Rey David. Ambos evangelistas Mateo y Lucas describen el linaje de Yeshúa, reconociendo la importancia que le prestaban los judíos a la genealogía. De esa manera, se evidencia la nacionalidad judía y la identidad tribal, dato importante para su participación como sacerdote o levita, e incluso como el Mesías.
Respetaba la Ley y los Profetas Hay gran cantidad de información que demuestra que Yeshúa respetaba y guardaba la Ley. Sus propias palabras lo confirman: "No piensen que he venido para poner fin a la Ley o a los Profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir [lo que significa extender, expandir o completar, no poner fin]. Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Ley hasta que toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos" (Mat. 5:17-19).
Cuando un escriba le preguntó cuál era el principal mandamiento, Yeshúa le dijo: "El más importante es: 'Escucha, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con toda tu fuerza" (Marcos 12:29-30). Yeshúa citaba lo que estaba escrito en Deuteronomio 6:4-5. Ese pasaje, llamado el Shemá (que significa "escuchar"), es todavía el pasaje más repetido y reconocido entre las oraciones judías.
Yeshúa hizo referencia a 24 de los libros de la Tanaj, y 10 libros más fueron citados en otras partes del Más Nuevo Testamento. Es importante recordar que cuando leemos la palabra "Escrituras" en el Más Nuevo Testamento, se refiere a la Tanaj, porque los libros de las Escrituras Cristianas no habían sido canonizados hasta llegado el año 325 d.C. Yeshúa a menudo decía: "Como está escrito..." o "¿No han escuchado decir...?" justo antes de repetir algún texto de las Escrituras. En total, hay más de 1,600 textos de la Tanaj citados en el Más Nuevo Testamento.
El rabino ortodoxo Harvey Falk, autor del libro Jesus the Pharisee [Jesús el Fariseo], dijo: "Jesús de Nazaret...nunca deseó ver que sus compañeros judíos cambiaran una iota de su fe tradicional. Él mismo permaneció como judío ortodoxo hasta el día de su muerte." Eugene Fisher, un estudioso Católico Romano, concurrió en su libro Faith without Prejudice [Fe sin Prejuicio] que Jesús "se consideró a sí mismo como un judío fiel. Se crió para guardar la Ley judía, la Torá... Cuando hablaba, hablaba a sus compañeros judíos, y poseía el mismo conocimiento y amor hacia las Escrituras Hebreas."
Flusser, experto en historia del período del Segundo Templo, dijo: "Los evangelios sinópticos, si son leídos con ojos de su propio tiempo, todavía ilustran un cuadro de Jesús como un fiel y obediente judío de la Ley. Pocas personas parecen reconocer que en los evangelios sinópticos, Jesús nunca tuvo conflicto con la práctica legal del momento, con la única excepción de haber arrancado unos granos de trigo, frotándolos con las manos..." Flusser pensaba que, aún en esa instancia, Yeshúa no quebrantó la Ley. Por el contrario, sugiere que eso se debe a una simple limitación en la traducción. Según Flusser, el concepto de arrancar el grano no estaba en el texto original, y que frotar el grano con las manos era una tradición galilea aceptable. El rabino Yehuda, galileo contemporáneo de Yeshúa, dijo que era permisible frotar el grano entre las manos en el shabat (sábado).
Guardaba el Shabat Durante el primer siglo, era muy importante que cada judío guardara el shabat. De hecho, era considerado como un deber primordial. Aunque había varios grupos dentro del judaísmo en tiempos de Yeshúa, todos recalcaban que guardar el shabat era extremadamente importante. Repetidamente, leemos en las Escrituras que Yeshúa asistía a la sinagoga en el shabat:
"Jesús llegó a Nazaret, donde había sido criado, y según Su costumbre, entró en la sinagoga el día de reposo, y se levantó a leer" (Lucas 4:16).
"Jesús descendió a Capernaúm, ciudad de Galilea, y les enseñaba en los días de reposo. Todos se admiraban de Su enseñanza porque Su mensaje era con autoridad" (Lucas 4:31-32).
"Pasando de allí, entró en la sinagoga de ellos" (Mateo 12:9).
"Entraron en Capernaúm; y enseguida, en el día de reposo, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar" (Marcos 1:21).
"Y en otro día de reposo entró en la sinagoga y enseñaba…" (Lucas 6:6).
"Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas un día de reposo" (Lucas 13:10).
Es obvio que esa era una práctica regular de Yeshúa y Sus discípulos. Cuán difícil se le haría a Sus discípulos cuando les advirtió que más adelante enfrentarían persecución y serían echados de las sinagogas (Juan 16:2).
En su libro They Loved the Torah [Ellos Amaban la Torá], el Dr. David Friedman responde a la pregunta de que si Yeshúa realmente guardaba el shabat o no. Él asevera que muchos reconocidos eruditos están divididos sobre este asunto. Klausner, Montefiore, Abrahams y Cohen alegan que Yeshúa violaba el sábado, mientras que Jacobs y Schonfeld aseveran que no quebrantó ninguna norma escrituraria del shabat. Kohler, Flusser, Lapide y Vermes opinan que jamás violó un mandamiento escriturario del shabat, ni tuvo disputas serias con la secta farisea al respecto. Las discusiones en torno al shabat en las Escrituras pueden entenderse como argumentos entre dos escuelas del fariseísmo en el primer siglo: la escuela de Hillel y la de Shammai, ambos rabinos fariseos.
Friedman continúa diciendo que uno de los eruditos más influyentes sobre el período del Segundo Templo, Shmuel Safrai, notó que Yeshúa guardaba el shabat según toda la halajá (ley judía) de Su tiempo. "Lo hizo 100 por ciento según la ley." Safrai también recalcó que la lucha verbal entre los rabinos era una práctica común y aceptada. Eso se practicaba aún más entre las autoridades religiosas de Galilea y Judea. La región de Galilea, donde Yeshúa se crió y se educó, era realmente más devota al estudio y la práctica de la Torá que muchos en la región de Judá.
Una lectura por sencilla que sea de las Escrituras Cristianas evidencian que Yeshúa definitivamente guardaba el shabat. Luego de hacer un más profundo estudio al respecto, he podido ver cómo Él también participaba en las discusiones sobre cómo se debería guardar el shabat. Recuerde usted que Yeshúa era respetado por el pueblo común, y probablemente no respetarían a un rabino que no guardase la Ley de Dios.
Celebraba las Fiestas Varias veces en el Más Nuevo Testamento encontramos referencias a las fiestas. Leemos que Yeshúa guardó la Pascua (Pésaj) en Marcos 14:12-25, la Fiesta de los Tabernáculos (Sucot) en Juan 7, y la Fiesta de Dedicación (Jánuca) en Juan 10:22-23: "En esos días se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era invierno, y Jesús andaba por el templo, en el pórtico de Salomón." Las notas al calce en mi Biblia de Estudio Nelson dicen lo siguiente sobre ese verso 22: "La Fiesta de Dedicación se celebraba por ocho días en diciembre. En 167 a.C., Antíoco Epífanes profanó el Templo en Jerusalén, según profetizado en Daniel 11:31. Los macabeos restauraron y purificaron el Templo. En conmemoración de la restauración, se instituyó la Fiesta de Dedicación. Actualmente se conoce como la Fiesta de las Luces o Jánuca." El hecho de que Yeshúa celebrara Jánuca, que no es una de las fiestas ordenadas en la Tanaj, demuestra el grado al que estaba inmerso en la cultura de Su día.
Amaba a Israel Yeshúa era judío y, según el texto bíblico, tenía fuerte identificación con Su pueblo. Vino a las ovejas perdidas de la casa de Israel (Mat. 15:24); sanó a un gentil sólo porque se lo rogó (Mat. 15:21-28); dijo: "La salvación viene de los judíos" (Juan 4:22); y se maravilló de la fe de un soldado romano: "En Israel no he hallado en nadie una fe tan grande" (Mat. 8:10). Su ministerio terrenal estaba centrado en la Tierra de Israel, donde nació, murió y resucitó. Regresará otra vez y, según la Biblia, Sus pies se posarán sobre el Monte de los Olivos (Zac. 14:4), el que todavía pertenece a la Tierra de Israel.
¿Qué Significa Eso para Mí? Trágicamente, muchos de los primeros padres de la Iglesia deliberadamente distanciaron a los cristianos y Yeshúa de Su familia, cultura y prácticas religiosas judías. Debido a eso, cientos de años más tarde, celebramos fiestas que no son bíblicas e ignoramos las llamadas "fiestas del Señor" celebradas por Yeshúa. Cuán triste es que los verdaderos creyentes fuesen robados de su fundamento y herencia. El estudiar el carácter judío de la Biblia ha abierto mis ojos para ver los grandes tesoros que no comprendía anteriormente. La experta en Nuevo Testamento Amy-Jill Levine dice: "Si uno malinterpreta el contexto [judío], malinterpretará a Jesús." Creo que ella tiene razón.
El Dr. LaSalle Vaughn, en su libro The Next Great Move of God [El Próximo Gran Acto de Dios], nos recuerda que "Dios ama al pueblo del pacto, los judíos, y no se ha olvidado de ellos. Sin importar de dónde hayan venido nuestros padres, sería sabio recordar que, si somos parte del pacto de Dios por medio de Jesucristo [Yeshúa Ha Mashíaj], nuestras raíces espirituales están atadas a Su pueblo del pacto, los israelitas."
Como sus discipulos, aguardamos con ansias la venida de nuestro precioso Mesías, Yeshúa. En este estudio, hemos aprendido que esperamos a un Mesías judío, fuerte y varonil, quien guardaba la Torá, celebraba las fiestas, asistía a la sinagoga y amaba a Israel. Mi pregunta es la siguiente: ¿Reconocerá usted a Yeshúa cuando venga? Si está esperando a un fino y rubio europeo, temo que será decepcionado. ¡Yo espero a un Mesías judío!