13 septiembre 2011

“AL JUDIO PRIMERAMENTE”

“Pero ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos, pues Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén. Sí, tuvieron a bien hacerlo, y a la verdad que están en deuda con ellos. Porque si los gentiles han participado de sus bienes espirituales, también están obligados a servir a los santos en los bienes materiales” (Rom. 15:25-27, LBLA).
        
    En la anterior porción de carta dirigida a los creyentes gentiles en Roma, el apóstol Pablo expresaba la importancia de un viaje que estaba pensando hacer a Jerusalén. Éste sería su último viaje a la Ciudad Santa, lugar donde nació la Iglesia Cristiana, aunque probablemente no lo sabía en el momento. Su trabajo entre los gentiles conversos prosperaba, pero Pablo permanecía profundamente arraigado a sus raíces judías y al cuerpo de creyentes judíos que componía la Iglesia en Jerusalén. El bienestar de los creyentes allí le preocupaba enormemente, y estaba entusiasmado con hacerles un regalo como expresión del fruto de su labor en otras tierras.

Era muy importante realizar dicho viaje a Jerusalén para que las crecientes demandas de su ministerio a la Iglesia gentil no le distanciaran de su propio pueblo. También comprendía que el componente judío de la Iglesia sería superado numéricamente, y posiblemente fuese borrado de la memoria.

Un Principio Bíblico: Siendo Pablo el principal apóstol durante el primer siglo entre las naciones, se preocupaba por esa situación. ¿Qué se podría hacer para solidificar las relaciones entre los judíos y los gentiles de la nueva Iglesia? ¿Qué podría hacer para sembrar en el corazón de los griegos y demás gentiles la misma carga que él sentía hacia sus hermanos judíos?

Pablo concluyó que la respuesta se podría hallar en una demostración práctica de amor y respaldo hacia la iglesia madre en Jerusalén a través de un regalo para los pobres. Él tenía buena razón por pensar de esa manera. Yeshúa (Jesús) había enseñado en Su Sermón del Monte: “…porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mat. 6:21).

En Romanos 15, Pablo presentó como un principio básico de fe que los creyentes no-judíos en Yeshúa tienen una deuda hacia el pueblo judío por causa de todos los maravillosos regalos que habían dado al mundo. Ese principio se encuentra en otra parte de su epístola a los romanos, declarando que en la medida que se expanda el ministerio, el primer esfuerzo se debería hacer “al judío primeramente” (Rom. 1:16; 2:9-10).

Un Patrón Bíblico: Pablo estaba familiarizado con la historia de la formación de la primera iglesia. Los cristianos vendían sus casas y terrenos, y entregaban las ganancias para propagar la Iglesia en Jerusalén, que se componía casi exclusivamente de judíos.

Bernabé, un levita de Chipre, vendió su terreno y puso el dinero a los pies de los apóstoles (Hech. 4:36-37). En esos días, el número de creyentes se multiplicaba enormemente por la manifestación del poder de Dios.

El regalo que Pablo quería entregar en esa última ocasión era semejante a la ayuda que Bernabé y él habían entregado por parte de la Iglesia en Antioquia, según leemos en Hechos 11:27-30: “Por aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que ciertamente habría una gran hambre en toda la tierra. Y esto ocurrió durante el reinado de Claudio. Los discípulos, conforme a lo que cada uno tenía, determinaron enviar una contribución para el socorro de los hermanos que habitaban en Judea. Y así lo hicieron, mandándola a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo.” También Pablo dijo en Hechos 24:17: “Y, después de varios años, he venido para traer limosnas a mi nación y a presentar ofrendas.”
 
Otros escritos de Pablo revelan que las limosnas que recogía para Jerusalén eran de gran prioridad en su ministerio entre los gentiles. Instruyó a los creyentes en Corinto, como lo había hecho a la Iglesia en Galacia, que deberían recoger semanalmente unas contribuciones para ser enviadas por mensajero a Jerusalén (1 Cor. 16:1-4). Lo enfatizó nuevamente en su segunda epístola a los corintios (2 Cor. 8:1-9, 15). Pablo también relató a los gálatas que, cuando primero fue comisionado desde Jerusalén para predicar a las naciones, los apóstoles exigieron: “que nos acordáramos de los pobres, lo mismo que yo estaba también deseoso de hacer” (Gál. 2:10). Esa es otra referencia a su genuina preocupación por los pobres en Jerusalén, una carga que también tenían Jacobo, Pedro y Juan. De esa manera vemos que cuando Pablo regresaba a Jerusalén, acostumbraba llevar donativos que había recogido entre las iglesias gentiles. Ese hecho es poco enseñado hoy día, pero es un dinámico principio central en la teología y énfasis de Pablo a la primera Iglesia.

Según los comentarios de Pablo en Romanos 15:27, había dos razones importantes para hacer y enviar una colecta, y así sufragar el trabajo en Jerusalén. Ambas son de suficiente peso para demostrar el amor de Yeshúa a los judíos en la ciudad y a la congregación de creyentes allí. Primero, era una ofrenda de amor: “tuvieron a bien hacerlo,” y, segundo: “están en deuda con ellos.”

En Romanos 9:4-5, Pablo nos explica la magnitud de esa deuda: “que son israelitas, a quienes pertenece la adopción como hijos, y la gloria, los pactos, la promulgación de la ley, el culto y las promesas, de quienes son los patriarcas, y de quienes, según la carne, procede el Cristo, el cual está sobre todas las cosas…”


EL ÉNFASIS ESTÁ CLARO:

La adopción como hijos vino “al judío primeramente.” Dios se reveló primero a Abraham, para entonces bendecir a todas las demás naciones. No fueron escogidos porque eran algo especial; eran especial por ser escogidos.
  • La ‘shekiná’ (gloria) vino “al judío primeramente.” Israel era la única nación en tener la manifestación continua y la presencia visible de Dios.
  • Los pactos vinieron “al judío primeramente.” Dios hizo unos pactos eternos, incondicionales y unilaterales con Abraham, Isaac, Jacob y David basados enteramente en la soberanía de Dios.
  • La Ley llegó “al judío primeramente” para que Israel pudiera visualizar un poco el carácter de Dios y conocer acerca de Sus caminos.
  • El culto a Dios fue establecido “al judío primeramente.” Dios dio el patrón para la adoración a los hijos de Israel en el desierto antes de entrar a la Tierra Prometida, con instrucciones para construir el Tabernáculo.
  • Las promesas, muchas de ellas todavía sin cumplir, fueron dadas “al judío primeramente.” Abraham fue justificado por su fe en esas promesas, y esa fe dio lugar a las Sagradas Escrituras como revelación para todo el mundo.
  • El Mesías (el Cristo) vino “al judío primeramente.” Jesús dijo en Mateo 15:24: “No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.”
Personalmente, yo he experimentado la paciencia de Dios al enseñarme que todo ha sido “al judío primeramente.” Como pastor por más de 22 años en Estados Unidos, yo y mis amigos pastores hemos estado en una larga búsqueda tras la pieza que faltaba para completar el cuadro del significado completo de la Iglesia “Nuevo Testamentaria.” Mi búsqueda me condujo a aceptar una invitación para visitar a Israel. Esa visita se ha convertido en una serie de descubrimientos respecto al patrón bíblico de “al judío primeramente.”

Ese principio tan ignorado fue también enfatizado por Yeshúa cuando se despidió el día de Su ascensión: “…pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra” (Hech. 1:8). El ministerio de la Iglesia a Israel y luego al mundo, con el poder del Espíritu Santo, comenzó en Jerusalén por medio de la oración, el servicio y la dádiva.

Dentro de pocos años, el Evangelio fue llevado al mundo gentil a través de un soldado gentil, un oficial italiano llamado Cornelio, asignado a un puesto en Cesarea Marítima. Las oraciones y limosnas habían “ascendido como memorial delante de Dios” (Hech. 10:4), y Dios dirigió a Pedro para llevar el Evangelio a ese gentil devoto. El patrón de esas oraciones y limosnas produjeron salvación para toda su casa (Hech. 11:14). Pedro luego relataría el suceso a los líderes de la Iglesia en Jerusalén, y “al oír esto se calmaron, y glorificaron a Dios, diciendo: Así que también a los gentiles ha concedido Dios el arrepentimiento que conduce a la vida” (Hech. 11:18). La revelación y el mandato a Pedro de llevar el Evangelio a los gentiles llegó a ser algo común, logrando mayor aceptación entre los primeros líderes de la Iglesia. El Evangelio se hizo accesible a las naciones gentiles cuando “un hombre justo y temeroso de Dios,…estimado por toda la nación de los judíos” (Hech. 10:22) puso en acción sus oraciones y fue dadivoso con el pueblo de Dios.

Yo he descubierto que cuando damos el justo lugar a los judíos, estamos combatiendo la sutil mentira de que la Iglesia ha sustituido a Israel como pueblo escogido de Dios. Una doctrina correcta y balanceada respecto a este pueblo bendice tanto a la Iglesia como a los judíos. Los judíos, que por siglos han sufrido horrible persecución a mano de la Iglesia y de los gentiles, actualmente están viendo que la Iglesia es el aliado más confiable durante esta su hora de mayor necesidad y oportunidad. El tocarlos de manera negativa “toca la niña de su ojo” (Zac. 2:8). El bendecirlos toca el corazón de Dios.

Las posibilidades, y las consecuentes bendiciones, de poner en práctica el principio “al judío primeramente” son más relevantes ahora que en cualquier otro tiempo desde los días de Pablo, cuando llevaba donativos a Jerusalén por parte de las iglesias gentiles. Durante nuestros propios días, cuando vemos a Dios cumpliendo Sus profecías y promesas hacia el pueblo judío, la Iglesia debe procurar maneras significativas para comunicar su gratitud al pueblo judío.
Debemos continuar aplicando el principio “al judío primeramente” hasta que veamos realizados los propósitos redentores de Dios. Nuestra obediencia en esa área cumplirá Su voluntad respecto a Israel y también respecto a la Iglesia.

Los Judíos Bendicen a las Naciones

Una razón por la cual debemos poner en práctica “al judío primeramente” es que los judíos han bendecido a las naciones. John Adams, el segundo presidente de los Estados Unidos dijo: “Yo sigo insistiendo que los hebreos han hecho más para civilizar al hombre que cualquiera otra nación…”


Por medio de la Biblia, la que ha sido preservada diligentemente por el pueblo judío a lo largo de los siglos, ellos han influenciado la manera en que funcionan las sociedades y los gobiernos. Paul Johnson, historiador cristiano y autor de ‘A History of the Jews’ [Una Historia de los Judíos] y ‘A History of Christianity’ [Una Historia del Cristianismo], escribió: “A ellos debemos la idea de igualdad delante de la ley, tanto divina como humana; de la santidad de la vida y la dignidad de la persona; de la conciencia individual y por ende la redención personal; de la conciencia colectiva y por ende la responsabilidad social; de la paz como un ideal abstracto y del amor como fundamento para la justicia, y muchos otros asuntos que constituyen la formación moral básica de la mente humana.”

            Considerando que los judíos componen solamente una cuarta parte de 1% (13 millones) de la población mundial (6 billones), sus logros, en proporción a la población mundial, son asombrosos. Llenaríamos varias páginas de todo lo que el pueblo judío ha brindado al mundo, pero haremos aquí una pequeña mención de sus contribuciones:

  • Los judíos bendijeron a las antiguas naciones: a Egipto por medio de José, a los asirios por medio de Jonás, a Babilonia por medio de Daniel, y a Persia por Esdras, Nehemías y Ester.
  • En tiempos más modernos, su simple presencia en las naciones donde eran aceptos producía bendición de Dios en términos económicos y políticos. Por ejemplo, después que los judíos fueron expulsados de España en 1492 y recibidos por el Impero Otomano, el imperio experimentó el clímax de su poderío y expansión, no terminando hasta finalizada la Segunda Guerra Mundial.
  • Durante los siglos 19 y 20, muchos judíos llegaron a ser nombres comunes en cada hogar: en el área de los negocios- Levi Strauss, Sears Roebuck, Gimbels, Mays, Strauss, Macy’s, Kuppenheimer, y Armand Hammer (Arm & Hammer); en el entretenimiento- Samuel Goldwyn y Louis B. Mayer (MGM), Irving Berlin, George Gershwin, Benny Goodman, y Leonard Bernstein; en las ciencias- Albert Einstein, Hyman Rickover (primer submarino nuclear), y Dr. Jonas Salk (vacuna de polio); en las finanzas- Rothschild.
  • Otros judíos que no son tan famosos han bendecido al mundo con sus inventos: la máquina de “fax”, la aguja para vacunar, el metro para medir electricidad, la incubadora, el transistor, la pulidora de diamantes, el microscopio de electrones, el control remoto, la holografía, la vacuna para Hepatitis B, las baterías de mercurio Duracell, el carrito de compras, y el primer equipo de láser, para nombrar algunos.
  • Han ganado 40 veces más premios Nobel de la que podría esperarse en tan pequeña población. Entre 1901 y 2005, recibieron 22% de todos los premios mundiales, o 37% de todos los premios estadounidenses. En las áreas de química, economía, medicina y física, los porcentajes fueron 26% de entre los premios mundiales y 39% de entre los estadounidenses.
  • Actualmente, Israel tiene la mayor concentración en compañías de alta tecnología después del Valle de Silicón en Estados Unidos, el mayor número de compañías nacientes, la mayor proporción de grados universitarios y el cuarto lugar en tamaño de su fuerza aérea.
Tenemos una gran deuda para con el pueblo de Dios. Debido a que la nación judía ha dado tanto al mundo, debemos devolverles en gratitud. Vamos a apoyarles fielmente, bendecirles generosamente, y orar por ellos diligentemente, aplicando esos esfuerzos…“al judío primeramente.”

Por Ed Smelser

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