“Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su vestido. Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva. Luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que era sana de aquel azote. Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Y él miraba alrededor para ver a la que había hecho esto. Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. El le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote” (Mar. 5:25-34).
Sería imposible contar las veces que hemos leído este texto bíblico, viéndolo como un maravilloso ejemplo de fe en Yeshúa (Jesús) y una evidencia de la autoridad del Hijo del Hombre sobre todo dominio, enfermedad, ley natural y tradición. Pero lo habremos dejado allí. Al igual que con muchos otros milagros de Yeshúa, podríamos encontrar una riqueza de enseñanza, revelación, asombro y autoridad en este pasaje si nos sumergimos un poco más bajo la superficie. Para poder captar más sobre el relato, nos sería beneficioso conocer el trasfondo del citado milagro.
Trasfondo
Este milagro está relatado tres veces en las Escrituras. El pasaje arriba se encuentra en Marcos 5:24-34, pero también lo podemos leer en Mateo 9:20-22 y Lucas 8:43-48. En ninguno de los pasajes se menciona el nombre de la mujer, pero Marcos nos habla acerca de su condición antes de ser sanada y su confesión delante de Yeshúa. Su constante hemorragia la habría hecho ceremonialmente impura de modo que sufriría el rechazo de su comunidad: no sería permitida entrar a una sinagoga y tampoco podría mezclarse con las demás personas (Lev. 15:19-33). Por doce años, habrá sufrido dolor y desesperado aislamiento emocional. No le quedaba dinero para seguir procurando ayuda médica, y su condición empeoraba cada vez más.
Las Escrituras claramente mencionan que, a medida que se difundía la fama de Yeshúa por la región de Galilea, era continuamente rodeado por gran número de personas en busca de sanidad. Para que la mujer lo pudiera alcanzar, tendría que empujarse entre la multitud. Al parecer, su corazón estaba determinado a acercarse, convencida de que con simplemente tocar el borde de Su vestido sería sanada. Es posible que tratara de evitar ser confrontada en público, reconociendo que no era apropiado en la sociedad judía que un hombre hablara con una mujer aparte de su esposa. Por otro lado, las acciones de Yeshúa de Nazaret hacia las mujeres eran revolucionarias. Consistentemente trataba a las mujeres y a los hombres como iguales.
Cuando la mujer tocó el borde del manto de Yeshúa, ¿lo vería meramente como un punto de contacto entre ella y Dios, o estaba conciente de que realmente tocaría la autoridad divina? ¿Qué representaba el borde de la vestimenta de Yeshúa para ella?
La Vestimenta - Un Talit
Según Harper’s Encyclopedia of Bible Life [Enciclopedia de la Vida Bíblica de Harper], los hombres durante tiempos de Yeshúa usaban cuatro piezas de vestimenta:
- La túnica o jaluk – un vestido largo y algo suelto, hecho de lino o lana, que cubría el cuerpo, los brazos y las piernas
- El manto o talit – una pieza cuadrada de tela fina sin costura, usada sobre la túnica, que llevaba unos flecos o una borla en las cuatro esquinas
- Cubierta de cabeza – posiblemente un turbante, o un paño que cubría la cabeza, además del posterior del cuello y los hombros
- Sandalias
Durante los días de Yeshúa, los hombres usaban el talit siempre que salían de la casa. La pieza cubría desde los hombros hasta los pies, y servía como protección de los elementos. En cada esquina amarraban un fleco o tzi-tzit, en obediencia al mandamiento bíblico en el libro de Números.
Según leímos en el pasaje anterior de Marcos, la mujer quería tocar sólo el vestido de Yeshúa, pero según el relato de Mateo, ella quiso tocar la franja o el borde de Su vestido. (Vea Mateo 9:20 y Lucas 8:44.) La palabra “franja” o “borde” en el Nuevo Testamento es una traducción del griego kraspedon. Según la concordancia Strong, la palabra #2899 de kraspedon se deriva de la palabra “margen,” refiriéndose específicamente a un fleco o una borla.
Para comprender la historia y el significado del talit, veamos el contexto bíblico: “También habló el SEÑOR a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles que se hagan flecos en los bordes de sus vestidos, por sus generaciones, y que pongan en el fleco de cada borde un cordón azul. Y os servirá el fleco, para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del SEÑOR, a fin de que los cumpláis y no sigáis vuestro corazón ni vuestros ojos, tras los cuales os habéis prostituido, para que os acordéis de cumplir todos mis mandamientos y seáis santos a vuestro Dios. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios que os saqué de la tierra de Egipto para ser vuestro Dios. Yo soy el SEÑOR vuestro Dios” (Núm. 15:37-41). “Te harás borlas en las cuatro puntas del manto con que te cubras” (Deut. 22:12).
En ambos textos anteriores, Dios ordenó a los israelitas para que usaran flecos o borlas en las esquinas de sus vestidos como recordatorio de Sus mandamientos. El mandato no era para que se use el talit como tal, porque esa vestimenta no tenía valor significativo más allá de un manto común durante tiempos bíblicos. La instrucción especial era de usar el fleco, o tzi-tzit, en las cuatro esquinas del manto.
Para el judío, cada letra en hebreo tiene un valor numérico, y por ende, cada palabra también lo tiene. Por ejemplo, el nombre impronunciable de Dios, YHVH, tiene un valor de 26. De esa manera, según el estilo de amarre sefardí del tzi-tzit, el valor del Nombre Sagrado puede representarse en cuatro grupos de nudos de 10+5+6+5, separados y encerrados por 5 nudos dobles. El estilo asquenazí utiliza una fórmula de 7+8+11 para representar uno de los nombres del Señor. Como la palabra en hebreo para “uno”, ejad, tiene el valor de 13, la frase entera “El Señor Uno es” suma a 39.
Un segundo detalle sobre los tzi-tziot (en plural) es el hecho de que los cuatro flecos juntos simbolizan las 613 leyes mosaicas: 365 prohibiciones (mandatos negativos) y 248 afirmaciones (mandatos positivos). ¿Cómo lo hacen? El valor numérico de tzi-tzit es 600, y si se añaden los 8 hilos que componen cada uno, más los 5 nudos dobles que separan y encierran cada grupo de nudos, eso suma a 613. Cada fleco consiste de 7 hilos, el número de la perfección, rodeados por un hilo azul, que representa la realeza o el Señor del cielo, quien observa cada cosa que hacemos.
Actualmente, es muy raro ver el hilo azul en un talit, según descrito en Números 15. La mayoría de los tzi-tziot modernos tienen sólo ocho hilos blancos, pero la tradición del hilo azul está resurgiendo dentro de ciertos círculos. Aunque es debatible el tipo de animal (llamado hillazon en la literatura judía) de donde se obtenía el antiguo tinte azul, la posibilidad favorita es la glándula del caracol marino Murex trunculus. Para obtener una pequeña cantidad de ese tinte, era necesario matar a miles de caracoles. El valor monetario de suficiente tinte para teñir una libra de tela azul era decenas de miles de dólares. Por esa razón, los tzi-tziot con el hilo azul, o tejelet, eran removidos del talit antes de enterrar a un familiar muerto, y los pasaban de generación en generación como una valiosa herencia.
¿Por qué se presta tanta atención y detalle al amarre de esos flecos? El Dr. Douglas A. Wheeler, en su artículo titulado “La Ley del Fleco” publicado en la revista Restore! (vol. 3/32), sugiere que el fleco no sólo recuerda a los judíos sobre obedecer los mandamientos, sino que también les recuerda que no deben vivir según su propio conocimiento e inteligencia. Uno debe vivir dependiente de Dios, y no independientemente. El tipo de vida que Dios quería que vivieran los israelitas no era una mera obediencia, sino también una vida de confianza y fe en Él, una vida envuelta y atada al Señor.
¡Qué maravillosas lecciones podemos aprender de los flecos de un manto de oración! Así debemos vivir – con fe, recordando a Dios y amarrados a Él.
Tomando el Manto de la Humildad
El propósito del tzi-tzit era mantener a la persona pura, acercándolo a Dios en una comunión más íntima.
La Biblia nunca detalló el largo requerido de los tzi-tzitot, pero durante los tiempos de Yeshúa, algunos fariseos los usaban más largos de lo acostumbrado para dar la impresión de mayor piedad. Leemos las palabras de Yeshúa al respecto en Mateo 23:5. “…sino que hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias y alargan los flecos de sus mantos.” En esos días, las características de los flecos reflejaban el nivel social, y debieron haber tenido el efecto opuesto al uso intencionado. Cuán triste era que Yeshúa tuviese que señalar su conducta orgullosa, la que se apartaba de las instrucciones de Dios respecto al tzi-tzit. “De modo que haced y observad todo lo que os digan; pero no hagáis conforme a sus obras, porque ellos dicen y no hacen” (Mat. 23:3).
Dios quería que los fariseos vivieran en obediencia, depositando su fe y confianza en Él. Asegurémonos de no caer en la misma trampa. El deseo de nuestro corazón debe ser obedecer los mandamientos de Dios por amor, con completa convicción y humildad.
Representando la Autoridad
En la Palabra de Dios vemos otras instancias en que el tzi-tzit simbolizaba la autoridad. Por ejemplo, leemos en Rut 3:9 lo siguiente: “Y él dijo: ¿Quién eres? Y ella respondió: Soy Rut, tu sierva. Extiende, pues, tu manto sobre tu sierva, por cuanto eres pariente cercano.” La palabra hebrea kanaf frecuentemente se traduce al español como “ala,” pero también es indicativo de esquina o borde de un manto.
Rut se acostó a los pies de Booz, y cuando éste despertó, fue conmovido por la vulnerabilidad de Rut. Booz era un hombre honrado, quien reconoció que ella pedía estar bajo su autoridad. Rut tenía derecho de ser cubierta por su talit en expresión simbólica de matrimonio. Al día siguiente, Booz hizo los arreglos necesarios para obtener el derecho de comprar el terreno familiar de Noemí y de casarse con la heredera Rut.
En el Salmo 91:1 y 4, leemos que “El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente…Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio…” Aquí la palabra hebrea de kanaf se traduce como “alas.” ¡Qué lugar tan predilecto es estar bajo la autoridad de Dios, un lugar de seguridad e intimidad!
En 1 Samuel 24:1-22 leemos la historia de la persecución del rey Saúl contra David. Le habían dicho a Saúl que David se hallaba en el desierto de Ein Gedi, y Saúl salió para allá con 3,000 guerreros selectos. Mientras David y sus hombres se escondían en una cueva, Saúl entró sin saber que estaban allí. Los hombres de David le dijeron: “Mira, este es el día del que te habló el SEÑOR: "He aquí, voy a entregar a tu enemigo en tu mano, y harás con él como bien te parezca" (v.4). Pero David sólo cortó la esquina (kanaf) del manto de Saúl donde había un tzi-tzit, símbolo de su autoridad.
El texto continúa diciendo que David después se avergonzó, y salió de la cueva tras Saúl, gritando: “¡Mi señor el rey!” (v.8). David se humilló ante el rey, diciendo: “¿Por qué escuchas las palabras de los hombres, que dicen: ‘Mira que David procura tu mal’? He aquí, hoy han visto tus ojos que el SEÑOR te ha puesto en mis manos en la cueva en este día; y algunos me dijeron que te matara, pero mis ojos tuvieron piedad de ti, y dije: ‘No extenderé mi mano contra mi rey, porque es el ungido del SEÑOR.’ Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano. Puesto que corté la orilla de tu manto y no te maté, reconoce y ve que no hay maldad ni rebelión en mis manos y que no he pecado contra ti…” (1 Sam. 24:9-11). Cuando David le devolvió el tzi-tzit, hizo reconciliación entre ambos.
En el libro “Símbolos del Judaísmo” [Symbols of Judaism], Marc Alain Quaknin dice que “la observación de un rito requiere la capacidad de reconocer el nombre divino en sus muchas formas a medida que se manifiesta en la realidad que nos rodea.” Hoy día, los varones desde su temprana niñez visten un tipo de talit pequeño (talit katán) bajo su ropa regular. A veces se pueden ver los tzi-tziot sobresaliendo de su camisa o chaqueta. El hombre usa y conserva su talit toda la vida, e incluso es enterrado con él luego de ser removidos los tzi-tziot.
Según el código de la ley judía, “Severo es el castigo para uno que es negligente en cumplir el Divino Mandato de ponerse el tzi-tzit.” El propósito del tzi-tzit es “…que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del SEÑOR, a fin de que los cumpláis…” (Núm. 15:39). El Talmud comenta: “Este mandamiento equivale a todos los preceptos, porque la vista conduce al recuerdo, y el recuerdo a la ejecución” (Menahot 43b).
Es interesante notar que el diseño de la bandera de Israel fue inspirado en el talit, con dos franjas de azul arriba y abajo, y una Estrella de David en su centro. ¡La bandera es un recordatorio inspirador a la nación de Israel de estar bajo la autoridad y el comando de Dios!
Demostrando la Fe
Ahora que conocemos varios detalles del tzi-tzit, podemos comprender el significado de la historia de la mujer con el flujo de sangre. Fue más que un asunto de ir ante el Señor por sanidad. Aunque las Escrituras no le prometían sanidad al tocar el tzi-tzit, es posible que ella recordara el verso en Malaquías 4:2. La interpretación tradicional lo asociaba con el Mesías: “Mas para vosotros que teméis mi nombre, se levantará el sol de justicia con la salud en sus alas; y saldréis y saltaréis como terneros del establo.” Eso explicaría su razón por querer tocar el “ala” del talit de Yeshúa. Números 15:38 y Malaquías 4:2 usan la misma palabra hebrea de kanaf para indicar la esquina o el borde de un manto. En ese contexto hebraico, uno que usa un talit podría decirse que “habita al abrigo del Altísimo” y que está “bajo sus alas” (Sal. 91:1, 4).
La mujer había escuchado que Yeshúa era el Mesías. Así creían muchos durante ese tiempo, evidenciado por la multitud que seguía tras Su poder sanador. Eso también explica por qué ella fue instantáneamente sanada. Estaba expresando su fe en que Yeshúa era el “Sol de Justicia”, el esperado Mesías.
Cuando la mujer se movió en fe, Yeshúa no sólo la restauró físicamente, sino también socialmente, al llamarla “hija.” La aceptó. No estaba molesto con ella por haberlo tocado. La bendijo con la paz de Dios, y restauró su auto-estima. Yeshúa le indicó que su fe en Dios produjo su total sanidad y restauración.
Si comprendemos el propósito del fleco o tzi-tzit, podemos tener una bella revelación sobre la clase de relación que el Señor desea tener con Su pueblo. Yeshúa está muy conciente de la vulnerabilidad de nuestra fe, pero siempre nos quiere animar a que pongamos a un lado nuestros temores, y que confiemos en Él. Nos quiere llevar a un punto de que extendamos nuestras manos hacia Él, y creamos en Su poder y Sus promesas.
Excelente estudio. De los mejores que he leído.Podría indicarme si es usted, Don Luis Fernando Graciano el autor del mismo?
ResponderEliminarGracias
Juan López
BELLO
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