24 septiembre 2011

¿ES USTED UN VERDADERO ADORADOR?



La adoración a Dios implica mucho más que simplemente asistir a un servicio de adoración donde cantamos alabanzas y escuchamos la predicación de la Palabra. Adoración es un estilo de vida que envuelve todo nuestro ser, tanto de día como de noche. Adorar es todo lo que decimos, lo que hacemos y, más importante aún, cómo lo hacemos.

En Mateo 6 podemos encontrar unos comentarios de Jesús (Yeshúa) en torno a algunos asuntos prácticos de nuestra fe, específicamente en torno al ofrendar, el orar y el ayunar.

Respecto al ofrendar o dar, dijo lo siguiente: “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:1-4).

En Lucas 21:1-4, Yeshúa alabó la pequeña ofrenda de dos blancas que echó una pobre viuda en el arca de ofrendas. Jesús describió la ofrenda como mayor en contraste con la que echaron unos ricos. En proporción a lo que poseían los ricos, ellos dieron muy poco, mientras que la pobre viuda “…de su pobreza echó todo el sustento que tenía” (Lucas 21:1-4).

En cuanto a la oración, Jesús dijo en Mateo 6:5-15 que era mejor entrar a una habitación secreta para orar y procurar a Dios privadamente. No deberíamos orar públicamente con la mera intención de ser escuchados por los hombres. Dios recompensa a los que oran en secreto, pero los que prefieren hacer un espectáculo público de la oración ya reciben su recompensa de los hombres.

De manera semejante, Jesús dijo que el que ayuna no debe poner una cara larga para que todos sepan que está ayunando y recibir la alabanza de los hombres por su “piedad.” Por el contrario, “…cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público” (Mateo 6:16-18). En tiempos antiguos, era práctica común de los judíos echar cenizas sobre su cabeza cuando ayunaban. Por otro lado, lavarse el rostro y ungirse con aceite era señal de celebración y alegría. Según Jesús, lo importante es mantener en secreto el asunto de nuestro ayuno entre nosotros y el Señor, para que entonces seamos recompensados por Dios.

¿Qué hay de común en estos ejemplos? A Dios le interesa más la calidad de la expresión de nuestra fe como un acto de adoración que la cantidad. La profundidad de nuestra devoción sólo es conocida por Dios. Esa clase de profunda devoción es también la que Él busca. Después de todo, Dios es un Dios celoso, y lo agradamos más cuando la adoración es dirigida únicamente a Él, y no es compartida con otros. A medida que lo bendecimos con nuestros actos de adoración, Dios será abundante en Su recompensa.

El asunto de la calidad de la adoración era, y todavía es, muy enfatizado en el Judaísmo, y el público Judío que escuchaba a Yeshúa debió haber captado muy bien Su mensaje de no hacer esas cosas como lo hacían los hipócritas. Ellos sabían a qué se refería, y por qué lo enfatizaba tan fuertemente.

En la Escritura se enfatizan dos conceptos Hebraicos de ‘gadlut’ y ‘katnut’. ¿Qué significan esas palabras? Veamos un relato al respecto:

Existe un relato Judío de que Dios no escogió únicamente al pueblo Judío, sino que ofreció Su Ley a todas las naciones, pero los únicos quienes la aceptaron fueron los Judíos. Si es cierto o no, sabemos por cierto que Dios le dio las Sagradas Escrituras al pueblo Hebreo. Por esa razón, la herencia que hemos recibido como hijos de Dios tiene un sabor hebraico. Supongo que si los chinos hubieran aceptado Su ley, estaríamos estudiando las raíces chinas de nuestra fe. Pero, dado que las Escrituras surgieron en el cálido desierto del Sinaí en medio del pueblo Hebreo, están empapadas de características culturales y lingüísticas Hebreas. Las raíces del Cristianismo provienen de ese fundamento Judío, y todavía mantiene esa influencia.

¿Y por qué debemos estudiar las raíces Hebraicas de nuestra fe? Cuando estudiamos los orígenes de nuestra fe Cristiana, encontramos una riqueza de datos sobre el carácter de Dios que no podríamos conocer de otro modo. Por encima del tiempo y el espacio, nuestra espiritualidad está investida con el manto de la cultura, el idioma y la vida de los Israelitas. El contexto de nuestras Escrituras es uno del Medio Oriente.

El estudio de las raíces Judaicas de nuestra fe no tiene la intención de convertir los Gentiles en Judíos. Por otro lado, el esfuerzo de algunos Cristianos en remover todo sabor Judío del Cristianismo lo han tornado en un caldo insípido. “Gustad, y ved que es bueno Jehová…” (Salmo 34:8), es la instrucción del salmista. Ciertamente, un banquete de sabores nos espera a medida que gustemos de las Escrituras sazonadas con las especias de los antiguos Patriarcas.

Oremos con Propósito

Los turistas que visitan a Israel por primera vez se sorprenden al ver cómo oran los Judíos. Concentrados en su oración, se mecen de atrás para adelante mientras se presentan ante el Señor. Los judíos llaman ese tipo de oración por su nombre en “yiddish”: ‘daven’. Me han preguntado frecuentemente sobre ese curioso movimiento, y hay varias explicaciones. Lo que se dice más frecuentemente al respecto es que el pueblo Judío percibe al espíritu humano como una llama de fuego. La palabra Hebrea para espíritu esruaj’. Por lo tanto, si la persona está absorta en la oración, su llama será movida por el soplo del Ruaj (Espíritu) de Dios, y ese movimiento del cuerpo refleja lo que sucede en su interior.

Hay un gran beneficio en orar con ese tipo de movimiento, y es que ayuda a la persona concentrarse mejor en la oración. Ya que la mayoría de los judíos oran de pie, el ritmo de su cuerpo les ayuda a orar por más tiempo que estando quietos. El pueblo Judío cree que no se debe orar de manera repetitiva y superficial. Las oraciones deben recitarse con plena conciencia de su significado. El movimiento ayuda para que los pensamientos se profundicen más en la mente y el corazón.

Aún en algunos Cristianos, el Espíritu Santo provoca ciertos movimientos corporales cuando entran en profunda oración. La palabra hebrea ‘cavaná ’ significa “dirección y propósito.”

Existe una exhortación tradicional de que las oraciones Judías se hagan con ‘cavaná’. Un concepto hebreo que se halla en esta palabra ‘cavaná’ tiene que ver con otras dos palabras Hebreas: ‘gadol’ y ‘katán’, las cuales significan “grande” y “pequeño,” respectivamente. La forma sustantiva de estos verbos Hebreos son ‘gadlut’ (grandeza) y ‘katnut’ (pequeñez). El que ora de manera repetitiva y superficial ora con ‘katnut’, o sea, con una mente pequeña. Por el contrario, el que ora con ‘gadlut’ lo hace con una mente grande o elevada. Esa es la verdadera meta o ‘cavaná’ de la oración, según Dios nos pide que oremos. ‘Cavaná’ enfatiza la calidad de la oración, y no la cantidad. Eso no sucede si estamos pendientes de qué opinan los demás acerca de nuestras oraciones, o si oramos de manera repetitiva y hueca mientras pensamos en otras cosas. Debemos estar enfocados totalmente en nuestra conversación y nuestra adoración a Dios.

El Verdadero Milagro del Éxodo de Egipto

Se puede decir que el proceso del éxodo de Egipto fue en los hebreos un proceso gradual desde lo pequeño, ‘katnut’, hasta lo grande, ‘gadlut’. Los Hebreos tenían gran temor de los Egipcios, bajo cuya autoridad se encontraban en condición de servidumbre. Incluso, temían ser apedreados por los egipcios si hacían sus sacrificios a Dios delante de ellos. Moisés quería hacer los sacrificios a tres días de distancia del pueblo Egipcio. “Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra. Y Moisés respondió: No conviene que hagamos así, porque ofreceríamos a Jehová nuestro Dios la abominación de los Egipcios. He aquí, si sacrificáramos la abominación de los egipcios delante de ellos, ¿no nos apedrearían? Camino de tres días iremos por el desierto, y ofreceremos sacrificios a Jehová nuestro Dios, como él nos dirá” (Éxodo 8:25-27).

Cuando el pueblo egipcio todavía estaba sufriendo la cuarta plaga, el faraón dio permiso a Moisés para que el pueblo hebreo saliera a sacrificar a su Dios, pero sólo después de que hubiese quitado la plaga de las moscas. Dios quitó las moscas, pero entonces el faraón cambió de parecer. Como resultado, le llegaron más plagas. La décima y última plaga fue la del paso del ángel de la muerte sobre los hogares cuyas puertas no tenían la sangre del cordero. Dios ordenó en Éxodo 12:3-6 que cada familia guardara su oveja en la casa por cuatro días, y que entonces la matara. Al obedecer esa orden, los israelitas demostraban que su fe y conocimiento de Dios se había movido desde una pequeña hasta una grande, una en que podían creer que ciertamente Dios los iba a librar de su servidumbre por medio de una manifestación dramática que nunca olvidarían.


La ola de plagas que experimentaron los Egipcios, pero no los hebreos, era evidencia del poder de Dios. Sirvió para transformar las mentes y los corazones de ambos pueblos. Los hebreos se movieron desde una fe pequeña hasta una grande, desde lo ‘katnut’ hasta lo ‘gadlut’. Por el contrario, la actitud del pueblo Egipcio fue transformada desde una arrogante a una temerosa, desde una ‘gadlut’ a una ‘katnut’.

Si los Israelitas hubieran tratado de huir de Egipto sin el permiso del faraón, las fuerzas egipcias los hubiera alcanzado más adelante porque su imperio se extendía al norte hasta la frontera con el imperio hitita (lo que es hoy día Turquía). Eso abarcaba toda la tierra de Israel. Dios tenía que asegurar que Egipto no intentara tocar a Su pueblo ungido, y también tenía que enseñar a Su pueblo que no temiera a las amenazas egipcias.

Los Jasídicos y el Fervor a Dios

La importancia del concepto ‘gadlut’ en nuestra vida espiritual trasciende todas las barreras del tiempo. Es un elemento que acompañó al pueblo judío, el Pueblo del Pacto, a través de las edades. Un rabino europeo de nombre Baal Shem Tov (1700-1760) criticaba constantemente el judaísmo mediocre. Enseñaba acerca de un Dios que era directamente accesible. También enseñaba que el ser humano era capaz de realizar una maldad inimaginable, pero a la vez procuraba la redención. Por esa razón, cada Judío jugaba un papel muy importante en la transformación gloriosa de lo mundano a lo sagrado.

El Baal Shem Tov fue fundador del movimiento Judío ortodoxo llamado Jasidismo. Algunas de las canciones más íntimas de amor al Señor provienen del movimiento Jasídico. ‘Yedid Nefesh’ es uno de esos cánticos más bellos, lo que en Español significa: “El que ama mi alma.” Aquí les ofrezco una traducción del Hebreo al Español:

“El que ama mi alma, Padre de misericordia,
Atrae a Tu siervo a Tu voluntad.
Como la gacela corre hacia su hogar
Señor, yo corro para postrarme ante Tu trono.”

Esa es una de las canciones más populares entre los Israelíes de todos los tiempos. No tan sólo la cantan los ortodoxos, sino que todos los judíos de cualquier tendencia aprecian su mensaje melódico. Jasidismo cambió al judaísmo en general con su manera íntima de percibir y relacionarse con Dios. A veces los Cristianos pensamos que los judíos son incapaces de disfrutar la alabanza y adoración a Dios, pero es importante notar que desde tiempos antiguos ellos reflejaban un intenso amor y devoción a Dios por medio de su música, especialmente los salmistas Bíblicos.

La Enciclopedia de Religión comenta que el Jasidismo “transformó todo [el Judaísmo] con su énfasis en los atributos divinos, una comunión constante con Dios en pensamiento y oración, fe en la inspiración y el poder milagroso que poseían quienes disfrutaban intimidad con Dios, y gozo y fervor exuberante en la adoración. Sus cánticos de fe llegaron a ser fuente de vitalidad para el pueblo. Su atractivo principal no consistía en visiones apocalípticas sobre una inminente redención mesiánica del sufrimiento humano, sino la manera en que el cántico elevaba a las masas deprimidas y empobrecidas de su desespero, les aliviaba su dolor y sufrimiento, y llenaba al angustiado con una nueva esperanza.”

“El Jasidismo predica el contentamiento, la humildad y la modestia sin suprimir los impulsos naturales del corazón. Su énfasis en la salvación por la fe en lugar de las obras o el estudio de la Torá amenazaba los mismos fundamentos del Judaísmo rabínico en Europa. El Jasidismo tuvo gran oposición, pero fue ampliamente aceptado durante la primera mitad del siglo 19, influenciando a la mitad de los judíos del mundo durante ese tiempo. Es todavía muy reconocido hoy día por su canciones populares, que han enriquecido cada fase de la vida y cultura Judía.”

Bajando unos Escalones

El rabino Levi Yitzhak de Berdichev (1740-1810), sucesor de Baal Shem Tov, escribió lo siguiente: “Algunos sirven al Bendito Creador por interés en la enorme bendición que les otorga por obedecerle, lo que podemos denominar como una pequeña mentalidad o ‘katnut’. Otros le sirven porque es el Señor, el Gobernante y el Rey, sin importarles las bendiciones o recompensas que Dios les pueda dar. Tales beneficios y satisfacciones no son nada en comparación con el verdadero gozo que produce el servir a Su Bendito Creador. Se puede decir que esos sirven a Dios con una mentalidad más elevada, o ‘gadlut’.

El Rabino Yitzhak hizo una observación muy interesante acerca de los relatos de los Diez Mandamientos de Éxodo y Deuteronomio. La primera vez que Moisés bajó del monte con las tablas de la ley de Dios (Éxodo 20), el quinto mandamiento de honrar al padre y a la madre decía así: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” (Éxodo 20:12).

Cuando Moisés descendió del monte, descubrió que los israelitas habían regresado a su práctica de adorar a ídolos egipcios porque temían haber sido abandonados por Dios. Intentaron sustituir el liderato de Moisés y Dios con algo más familiar y predecible, y crearon una réplica del Becerro Apis, que era utilizado para predecir el futuro en Egipto. Hicieron una celebración ante el becerro de oro según habían visto a los egipcios celebrar el nacimiento de un nuevo becerro, demostrando por medio de su ritual cúltico la sumisión a sus dioses.

El quinto mandamiento en el relato de Deuteronomio tiene una frase adicional al de Éxodo: “Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que tu Dios te da” (Deuteronmio 5:16).

La frase “y para que te vaya bien…” es la que no se encuentra en el verso anterior. En el contexto de la frase, eso indica que si el pueblo cumplía con lo primero, Dios haría lo segundo, a manera de recompensa.

El comentario rabínico es que la primera vez que Dios dio los mandamientos al pueblo, Dios creía que le servirían como el Omnipotente porque sería un gozo obedecerle, pero demostraron que no era así. La segunda referencia incluye la promesa de una bendición adicional, para que el pueblo le sirva aunque sea por interés en ser bendecido.

¿Qué Tiene que ver eso con Nosotros?

La manifestación portentosa de Dios no es lo mismo que la manifestación personal e íntima de Dios. Aarón había presenciado muchas señales asombrosas de Dios, incluyendo el fuego sobre la montaña, y llegó a sentir gran temor al escuchar Su voz en el Monte Horeb. Aunque sabía que su hermano estaba hablando con el Dios del Universo, Aarón hizo el becerro de oro para apaciguar las ansias del pueblo. Razonaba que Moisés no tardaría en bajar para contar lo que Dios le había dicho, y arreglaría las cosas. Pudiese haber sido un espectacular momento de ‘gadlut’, pero Aarón lo dañó, y lo tornó en un momento de ‘katnut’. Señales y maravillas no deben ser menospreciadas, pero hay evidencia de que no ayudan a tornar una experiencia ‘katnut’ en una ‘gadlut’ en el interior del ser humano. Los truenos y relámpagos desde la cumbre de la montaña ciertamente no tuvieron un impacto profundo ni duradero en los corazones de los Israelitas.

Los levitas en Israel (la tribu del norte) habían visto la gloria de Dios, pero durante el tiempo de la monarquía regresaron a la idolatría. Abandonaron lo ‘gadlut’ en su adoración y retornaron a lo ‘katnut’. Tristemente, también influenciaron a otros a hacer lo mismo. “Y los levitas que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí, yéndose tras sus ídolos, llevarán su iniquidad. Y servirán en mi santuario como porteros a las puertas de la casa y sirvientes en la casa; ellos matarán el holocausto y la víctima para el pueblo, y estarán ante él para servirle. Por cuanto les sirvieron delante de sus ídolos, y fueron a la casa de Israel por tropezadero de maldad; por tanto, he alzado mi mano y jurado, dice Jehová el Señor, que ellos llevarán su iniquidad. No se acercarán a mí para servirme como sacerdotes, ni se acercarán a ninguna de mis cosas santas, a mis cosas santísimas, sino que llevarán su vergüenza y las abominaciones que hicieron. Les pondré, pues, por guardas encargados de la custodia de la casa, para todo el servicio de ella, y para todo lo que en ella haya de hacerse” (Ezequiel 44:10-14).

En contraste, los hijos de Sadoc (de la tribu de Judá) veían a Dios con otros ojos. Su perspectiva era ‘gadlut’ en todo lo concerniente al servicio del Dios Todopoderoso. “Mas los sacerdotes levitas hijos de Sadoc, que guardaron el ordenamiento del santuario cuando los hijos de Israel se apartaron de mí, ellos se acercarán para ministrar ante mí, y delante de mí estarán para ofrecerme la grosura y la sangre, dice Jehová el Señor. Ellos entrarán en mi santuario, y se acercarán a mi mesa para servirme, y guardarán mis ordenanzas” (Ezequiel 44:15-16).

Por otro lado, la carta a los Hebreos es como un pequeño rayo de luz en medio de las tinieblas, demostrando que Dios ha invertido en nosotros el proceso de lo ‘katnut’ a lo ‘gadlut’. “Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho: Este es el pacto que haré con ellos después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré.”

Luego el autor añade: “Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Pues donde hay remisión de éstos, no hay más ofrenda por el pecado. Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió” (Hebreos 10:15-23).

Una palabra muy esperanzadora nos llega de parte del salmista David en una de sus oraciones. En el Salmo 18, David comienza expresando su intenso amor por el Señor, y en el verso 35 expresa la razón por la que Dios lo había engrandecido: “Me diste asimismo el escudo de tu salvación; Tu diestra me sustentó, y tu benignidad me ha engrandecido” (Salmo 18:35). La palabra que fue traducida como “benignidad” viene de la palabra hebrea ‘anvá’, que tiene unas implicaciones más que una simple “bondad”. ‘Anvá’ también significa bajarse a otro nivel, a humillarse. Cuando Dios envió a Yeshúa el Mesías, se humilló para que nosotros fuésemos engrandecidos. Al resucitar, fue elevado a una posición al lado del Padre, y ahora nos quiere elevar a una honrosa posición de ‘gadlut’ juntamente con Él.

La Verdadera Adoración es el Producto de ‘Gadlut’

 

La grandeza, o ‘gadlut’, nos debe conducir a alabar y adorar a Dios con todo nuestro ser, alma y cuerpo, que es la manera más elevada de expresar nuestra gratitud a Dios. Como expresaba el rabino Baal Shem Tov, es la transformación gozosa de lo mundano a lo sagrado. En la Biblia, algunas palabras que han sido traducidas generalmente como “alabanza” realmente vienen de otras palabras de significado más profundo. Reflejan una relación más profunda e íntima con el Señor. Veamos algunas de esas palabras, y aprendamos lo que significa adorar en el plano superior de ‘gadlut’.
  • Halel: Alardear, alabar o engrandecer de manera celebratoria. “En Dios nos gloriaremos todo el tiempo…” (Salmo 44:8). 
  • Yadá: Proviene de la raíz hebrea para mano (‘yad’), que implica echar o extender algo con las manos, quizás refiriéndose a una ofrenda mecida. “…Y para siempre alabaremos [daremos gracias a] tu nombre” (Salmo 44:8). 
  • Todá: Dar gracias con manos extendidas. “El que sacrifica alabanza [acciones de gracias] me honrará; y al que ordenare su camino, le mostraré la salvación de Dios” (Salmo 50:23). 
  • Baraj: Bendecir con rodilla doblada y en humillación. También puede implicar la impartición del éxito. “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre” (Salmo 103:1). 
  • Shabaj: Ofrecer una adoración a fuerte voz, sin sentir vergüenza por ello. “Alabad a Jehová, naciones todas; pueblos todos, alabadle [loadle] (Salmo 117:1). 
  • Teruá: Aclamar con gritos de júbilo y victoria, también con el sonido prolongado del cuerno de carnero (shofar). “Bienaventurado el pueblo que sabe aclamarte; andará, oh Jehová, a la luz de tu rostro” (Salmo 89:15). 
  • Hishtajavei: Adoración en postración, con quietud, asombro y sumisión. “Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros” (Génesis 22:5). 
  • Guil: Danzar en círculos con gozo exuberante. “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará [danzará] sobre ti con cánticos” (Sofonias 3:17).
Espero que este estudio y su perspectiva celestial sobre la grandeza (‘gadlut’) le haya sido de inspiración. Es necesario que adoremos a Dios con una mentalidad elevada y con plena conciencia. También podemos apreciar la grandeza que Dios nos ha otorgado a través del humilde sacrificio del Mesías. Ahora podemos alcanzar unos niveles espirituales como nunca antes. Esa grandeza no es para usarla como una medalla y enorgullecernos por ello, sino para que comprendamos y valoremos el eterno privilegio de poder unirnos con Dios en profunda e intensa adoración.

Este mensaje nos podrá ayudar a evaluar nuestra actitud cuando estamos ante la presencia de Dios. ¿Le adoramos de veras? ¿Estamos adorando de manera automática, en lo ‘katnut’, y hemos quizás perdido nuestro primer amor? ¿Necesitamos un despertar espiritual para que entremos a unos niveles de ‘gadlut’ en la adoración?

No tan sólo deseemos esa grandeza durante nuestros momentos de adoración. Procuremos vivir a esa altura, “a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).



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