"Entonces Moisés tomó la vara de delante del SEÑOR, tal como le había ordenado, y Moisés y Aarón reunieron a la asamblea delante de la roca. Y les dijo: "Escuchen, rebeldes, ¿les sacaremos agua de esta roca?" Entonces Moisés levantó su mano y golpeó la roca dos veces con su vara, y salió agua en abundancia, y la congregación y sus bestias bebieron. Pero el Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Por no haberme creído, para tratarme como a un santo a los ojos de los hijos de Israel, no traerás a esta asamblea a la tierra que les he dado." Números 20:9-12 (NAS)
El Hebreo tiene una palabra muy interesante para la ira, que es ahf. También es la palabra para "nariz" o "fosa nasal," y cuando alguien está muy enfadado, se dice que su ira "arde," harah (ha-RAH). Es la imagen de una persona tan furiosa que su cara se sonroja y sus fosas nasales se calientan.
En las Escrituras hay una interesante lección que podemos aprender sobre la ira. Los comentarios Judíos discuten por qué Elohim decidió, después de que Moisés golpeara la roca, no permitir que Moisés entrara en la Tierra Prometida. Sugieren que tal vez la razón no fue el simple hecho de que Moisés desobedeció a Elohim golpeando la roca en lugar de hablarle. Más bien, ¿podría ser que en lugar de hablar con calma y honrar a Elohim mostrando que él proveería agua, Moisés dejó que su ira contra el pueblo lo abrumara tanto que se olvidó de honrar a Elohim y golpeó la roca con furia? Los comentaristas sugieren imaginativamente que después de muchos largos años con este pueblo obstinado, Moisés había llegado finalmente a su límite, y su ira simplemente lo abrumó. En ese momento Elohim decidió que otro líder debía ser levantado para completar la misión de entrar en la tierra.
Curiosamente, esto también ocurrió en la vida de Elías. Luchó durante años contra la apostasía de Israel en la adoración de Baal. Incluso después de haber obtenido la gran victoria en el Monte Hermón, huyó por su vida, exhausto, y corrió todo el camino hasta el Monte Horeb (Sinaí). Allí derramó su ira contra el pueblo, diciendo,
"He sido muy celoso de YHVH, el Elohim de los ejércitos; porque los hijos de Israel han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han matado a tus profetas con la espada. Y sólo quedo yo, y ellos buscan mi vida para quitármela."
Con él también, la ira había pasado factura, dejándole profundamente desanimado. Elohim le dijo que encontrara a Eliseo y lo entrenara para que ocupara su lugar. A pesar de que Elías tenía todas las razones para estar enojado, cuando fue demasiado, Elohim vio que alguien más tendría que tomar su lugar.
Estas dos historias nos muestran cómo incluso los más sabios pueden desgastarse por las frustraciones a lo largo de los años. Un comentario Rabínico es que, "Cuando un hombre sabio deja que su ira lo venza, pierde toda su sabiduría."
Necesitamos buscar alivio a nuestra ira antes de que nos cueste nuestra capacidad de liderazgo. Ciertamente esto es más cierto en el matrimonio, la ira incontrolada y el desprecio es a menudo lo que los lleva a su fin.
B"H
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