"Considérese muerto al pecado pero vivo para Elohim en el Mesías Yeshua. Por lo tanto, no dejes que el pecado reine en tu cuerpo mortal para que obedezcas sus malos deseos. No ofrezcan las partes de su cuerpo al pecado, como instrumentos de la maldad, sino ofreceos a Elohiym, como aquellos que han sido traídos de la muerte a la vida." (Romanos 6:11-13)
En el pensamiento Judío, ha existido la tradición de que los humanos se rigen por dos inclinaciones -- el yetzer hara (YET-ser ha-RAH -- inclinación maligna) y el yetzer hatov (YET-ser ha-TOVE -- inclinación buena). Otra forma de decirlo era que el hombre obedecía a su yetzer (inclinación - su propia voluntad) o a su yotzer (Creador -- Elohim).
Un Rabino dijo,
"El hombre, mientras vive, es esclavo de dos amos: el esclavo de su Creador y el esclavo de su inclinación. Cuando hace la voluntad de su Creador, él enoja su inclinación, y cuando hace la voluntad de su inclinación, él enoja a su Creador. Cuando muere, este es liberado, un esclavo libre de su amo."1
Esta última afirmación significa que en la muerte los humanos son liberados de servir a sus inclinaciones pecaminosas, de modo que en nuestra vida, serán siervos sólo de Elohim.
Esto es fascinante porque parece ser el trasfondo de las palabras de Pablo a los Romanos. Habla de ser esclavos del pecado en nuestra vida anterior, pero cuando fuimos bautizados en el Mesías, nos unimos a él en su muerte. Él entiende que así como Yeshua resucitó y ahora vivía su vida eterna, nosotros también.
Cuando fuimos bautizados, Elohim nos hizo nuevas creaciones y nos dio la vida eterna, que comenzó en ese momento y se extenderá al mundo venidero. Elohim nos ha liberado de la esclavitud de nuestro yetzer hara para que podamos servir sólo a nuestro yotzer, el Creador, el Señor.
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1 Rabi Shimeon ben Pazzai, del siglo III D.M., citado por David Flusser en Judaísmo y los Orígenes del Cristianismo, Prensa Magnes 1988, pp. 169-170.
B"H
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